martes, 22 de diciembre de 2009

Estados de un poema en apuros



Este poema pende de un hilo,
sus versos son un precipicio.
Si no lo agarras, puede caerse.

Este poema se está congelando,
sus versos están fríos.
Si no lo abrigas, será hielo.

Este poema se derrite,
sus versos se consumen como una vela.
Si no soplas, puede diluirse.

Este poema quiere volar,
sus versos sueñan con ser pájaros.
Si no abres tu jaula, nunca despegará.

Este poema quiere aprender a besarte,
sus versos son lenguas que te buscan.
Si no le prestas tu boca, morirá.

Este poema ya ha comenzado a arder,
sus versos queman,
¡Sálvalo!


Alfonso C. Cobo Espejo (mi hijo)

http://elprimeratundeulises.blogspot.com/

viernes, 18 de diciembre de 2009

Final de año



Ni el pormenor simbólico
de reemplazar un nueve por un diez
ni esa metáfora baldía
que convoca un lapso que muere y otro que surge
ni el cumplimiento de un proceso astronómico
aturden y socavan
la altiplanicie de esta noche
y nos obligan a esperar
las doce irreparables campanadas.
La causa verdadera
es la sospecha general y borrosa
del enigma del Tiempo;
es el asombro ante el milagro
de que a despecho de infinitos azares
de que a despecho de que somos
las gotas del río de Heráclito,
perdure algo en nosotros:
inmóvil.


Jorge Luis Borges

Imagen: "El enigma de las horas" De Chirico

miércoles, 16 de diciembre de 2009

El último suspiro de Sitting Bull



Antes de expirar
un postrer pensamiento
atravesó su frente:
Si no podía vivir como un xious,
moriría como un xious.
Sacó una flecha del carcaj,
la tensó en el arco
y la disparó contra uno de sus perseguidores.
Entonces lo empujaron al suelo
y lo sujetaron, inclinado.
Abrió la boca
y lanzó su grito de guerra,
un grito desesperado por vivir.
Se desplomó al instante
y antes del crepúsculo
sintió la tierra en su nariz,
un goteo de sangre en la cara
y un último sabor salado.

domingo, 13 de diciembre de 2009

DESAGRAVIO



Las plegarias
de este gélido invierno
no interceden por mí,
indigno de estos versos,
y minuciosamente los deshago, dios
de la poesía sagrada, padre omnipotente.

Ya han celebrado la nueva liturgia
en sus aras de piedra.
El sacrificio ofrece el sumo sacerdote.
Al levantar la copa consagra
la verdad,
la única verdad de la belleza,
si bien su faz histriónica
esboza un gesto de soberbia.
Bebe su turbio vino, se traga
las palabras. Un hombre
se arrodilla e inclina la cabeza.
Nadie sabe si gime o se arrepiente
mientras el cirio arde y se consume.

Tras la puerta del templo
la muchedumbre bulle
ajena al paradigma
del nuevo dogma revelado:
Ambulancias, sirenas, signos conceptuales,
iconos metamórficos de luces impacientes;
senos, pasos, semáforos,
navajas, sueños, músicas…
Polifonía del caos para ordenar la nada.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Los ángeles colegiales


Ninguno comprendíamos el secreto nocturno de las pizarras
ni por qué la esfera armilar se exaltaba tan sola cuando la mirábamos.
Sólo sabíamos que una circunferencia puede no ser redonda
y que un eclipse de luna equivoca a las flores
y adelanta el reloj de los pájaros.

Ninguno comprendíamos nada:
ni por qué nuestros dedos eran de tinta china
y la tarde cerraba compases para al alba abrir libros.
Sólo sabíamos que una recta, si quiere, puede ser curva o quebrada
y que las estrellas errantes son niños que ignoran la aritmética.




Rafael Alberti

jueves, 3 de diciembre de 2009

Ninfa del agua



Desprovista la luz
del aire circundante
-pura luminiscencia-
emerge extática
e inunda
el Universo entero.
Se expande por el tiempo
eternizada
y torna al ojo del cíclope
suave
sensual
sinuosa
sugerente…






El nacimiento de Venus, 1862. Amaury-Duval.

Museo Thyssen-Bornemisza

Según Hesíodo, Afrodita (Venus en la versión latina) surgió ya adulta del semen de Urano caído al mar. Esa Venus recién nacida, todavía inocente pero armada con todos sus recursos de seducción, aparece aquí en la obra de Amaury- Duval.

martes, 1 de diciembre de 2009

Comfortably Numb

Mis sobrinas Carmen y María, versionando a Pink Floyd.

Atmósfera cálida e intimista, con la fuerza del directo,

para afrontar un frío día de diciembre.

Creo en ellas.

domingo, 29 de noviembre de 2009

También llueve al sur de Brighton


El reloj de la vida no recupera el tiempo
de una tarde de lluvia.
La cortina de agua levemente rasgada por la monotonía
de un recuerdo infantil
que evocara Machado en una humilde escuela
segrega una mirada como un hilo de seda sobre el pasado efímero.
Era aquel temps de pluja que cantara Serrat,
su balada de otoño deshecha entre los surcos de la melancolía
con que hiere la aguja de zafiro su disco;
el brazo articulado que siembra en el vinilo recuerdos y caricias,
suaves roces de piel, dedos que se deslizan por blusas entreabiertas…
Y el crepitar monótono que dejó la canción tras las últimas notas
girando para siempre en la memoria joven y enamorada
de aquella lluvia fértil…
Dulce ebriedad del alma borrascosa y proustiana,
esta tarde de Brighton, al sur de mi ventana:
Lluvia tras los cristales, gin tonics y canciones.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Interpretaciones de una visión


Esta imagen insólita podría significar que un libro permite poseer aquello que uno desea y no tiene, por ejemplo, un bombín. Pero no es eso.
Podría significar que un libro permite ser lo que uno no es, por ejemplo , deshollinador. Pero, aunque varios elementos de la imagen apuntan hacia esta explicación, tampoco es eso.
¿Significa quizá que el ser humano, toda su persona, su visión del mundo, su identidad, su realidad misma, se sustentan sobre el conocimiento, y que el conocimiento, a su vez, se sustenta en el aire? Ojalá fuera tan fácil. Pero me temo que no es eso.
Nada nos autoriza, ni la razón ni la experiencia, a tomarnos las imágenes y los libros en un sentido que no sea el literal.
Aquí tenemos a un señor que sobrevuela el tejado de un edificio. En el edificio hay una ventana abierta, parcialmente abierta, pero nada nos permite pensar que el caballero volador ha salido por esa ventana, que no viene de más lejos, que no lleva hecho ya un largo trayecto. El señor que nos ocupa tiene debajo de los pies una cosa que parece un libro; tal vez lo sea o tal vez sea un aparato volador en forma de libro, hoy día se inventan tantas cosas…Si verdaderamente es un libro, puede tratarse de un libro volador, compartir esta propiedad con las alfombras voladoras. Pero no hay que excluir que sea el señor quien está capacitado para volar, y que en esta ocasión, inadvertidamente, un libro se le pegó a la suela de sus zapatos poco antes del despegue.
Sea cual sea el origen y la explicación científica de este vuelo, y su objetivo, la escena no tiene nada de inquietante, al menos nada que resulte más inquietante que cualquier escena cotidiana; el hombre no parece preocupado ni sorprendido. Al contrario. A juzgar por la inclinación de la cabeza y la posición de los brazos, más bien parece que se dispone a orinar y que (pero esto sólo es una conjetura arriesgada) apunta a la chimenea de la derecha, quizás para evitar molestias a los transeúntes.


Eduardo Mendoza


El texto que acaban de leer lo he sacado de "El Libro de los Libros", del extraordinario ilustrador alemán Quint Buchholz. A su editor, Michael Krüger, se le ocurrió enviar sendos dibujos de Quint a cuarenta y seis autores de países distintos, con la petición de que escribieran el texto oculto en ellos. Todos colaboraron. Eduardo Mendoza, como ven, lo hizo sobre el dibujo de esta entrada.

Historia de la resurrección del papagayo


El papagayo se cayó en la olla que humeaba.
Se asomó, se mareó y cayó.
Cayó por curioso, y se ahogó en la sopa caliente.
La niña, que era su amiga, lloró.
La naranja se desnudó de su cáscara
y se la ofreció de consuelo.
El fuego que ardía bajo la olla
se arrepintió y se apagó.
Del muro se desprendió una piedra.
El árbol, inclinado sobre el muro,
se estremeció de pena,
y todas sus hojas se fueron al suelo.
Como todos los días, llegó el viento
a peinar el árbol frondoso; y lo encontró pelado.
Cuando el viento supo lo que había ocurrido,
perdió una ráfaga.
La ráfaga abrió la ventana,
anduvo sin rumbo por el mundo
y se fue al cielo.
Cuando el cielo se enteró
de la mala noticia, se puso pálido.
Y viendo al cielo blanco,
el hombre se quedó
sin palabras.
El alfarero de Ceará quiso saber.
Por fin el hombre recuperó el habla,
y contó que el papagayo se había ahogado
y la niña había llorado
y la naranja se había desnudado
y el fuego se había apagado
y el muro había perdido una piedra
y el árbol había perdido las hojas
y el viento había perdido una ráfaga
y la ventana se había abierto
y el cielo se había quedado sin color
y el hombre sin palabras.
Entonces el alfarero reunió toda la tristeza.
Y con esos materiales, sus manos
pudieron renacer al muerto.
El papagayo que brotó de la pena
tuvo plumas rojas del fuego
y plumas azules del cielo
y plumas verdes de las hojas del árbol
y un pico duro de piedra y dorado de naranja
y tuvo palabras humanas para decir
y agua de lágrimas para beber y refrescarse
y tuvo una ventana abierta para escaparse
y voló en la ráfaga del viento.



Eduardo Galeano
("Las palabras andantes" 1993)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Coplillas de amor y vida: 25 de Noviembre


Es mi vida, vida mía,
que vivir así no es vida.
A vida o muerte no quiero
Una vida compartida.

Y en este juego amoroso
ni tú dueño ni yo esclava:
Los dos iguales si quieres
de verdad que yo te quiera.

Ni una amenaza, ni un grito,
ni una conducta violenta,
hacen al hombre más hombre:
Más parece así una fiera.

Y si hay amores que matan
que se mueran sin nacer,
pues son indignos de un hombre
que así “quiere” a una mujer.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Efecto Coriolis



Revolucionado
tragado por mi sangre en remolino
vuelvo al centro
en el vértice de todo
con locura redonda y colorada
de carrusel vertiginoso
y ciego.
Luego
devengo lento al corazón
y vuelvo a ti multiplicado

sábado, 21 de noviembre de 2009

Tren Silvania


En un intento vano de ahuyentar tus fantasmas
te subiste en el tren de los vampiros.
Recorriste sin miedo los pasillos de sus vagones gélidos
y miraste detrás de las cortinas. Eran viajeros clónicos
iguales a sí mismos cual cromos repetidos
de antigua colección. ¿O eran fotografías
de tu propio pasado? No percibes el rostro
reflejado en tu espejo. Tienes la mano fría.
Tu corazón no late. El tren no se detiene

lunes, 16 de noviembre de 2009

Recuerdo infantil


En la selva la serpiente silba,
repta y busca su presa entre lianas.
Ruge el tigre, afilando sus garras
y la gacela tiembla agazapada.

Acuarela de plumas pinta el aire
de guacamayos, cotorras y tucanes
llenando con sus cantos tropicales
de música ancestral la gran floresta.

Verde incendio de llamas vegetales
creciendo hacia la luz la savia virgen.
Clamor de voces, susurros y gemidos:
El miedo y el amor a vida o muerte.

¡Oh selva de mis sueños infantiles!,
quién pudiera a Tarzán seguir el rastro
y saltar, como Chita, ante el malvado
que destruye la selva sin reparo
(o encontrarse con Jane, junto al lago).

domingo, 15 de noviembre de 2009

Luz de Noviembre


Se va noviembre
con una luz de invierno que duda en el crepúsculo
como la vida y tú.
Nos cambiamos de ropa para no ser los mismos
de cada atardecer delante del espejo
que oculta en el armario las prendas de otros años.
Su memoria textil ya vuela con las nubes
cual algodón hidrófilo que empapa la hemorragia
de recuerdos y lluvia.
Noviembre y tú
con un cierto aire triste
(te cae bien esa blusa)
de estreno en multicines y tarde de domingo

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ella em deixa



Bona nit, amics:
veig que ja hi som tots,
per fer la xerrada
i cantar cançons.

Però avui estic trist
perquè sense raó
ella se'n va lluny de mi
i em deixa molt sol,
tot sol.

Estic ple de nit
i penso que un dia
ella tornarà
demanant el meu amor
per trobar la vida.

Tu, flor adorada,
llum del meu racó,
cançó inacabada
que ha compost el meu amor.

Per què t'allunyes?
Per què te'n vas?
Per què em deixes,
si jo t'estimo tant?

Diu que n'estima un altre,
el millor de tots;
diu que és tot un home
i no un nen com jo.

No la maleïu
ni ploreu tampoc.
Són coses que passen:
jo tinc mala sort.

martes, 10 de noviembre de 2009

La cola


Cuatro generaciones ocupan un siglo. Por otra parte se calcula en cien mil millones el número de habitantes humanos que ha pasado ya por este planeta. Imagina que ese gentío está todo en pie agolpado a nuestra espalda formando una densa cola y cada generación se halla separada por un metro de distancia. Si uno recorriera esa cola en sentido inverso, como quien pasa revista a la historia, cuatro metros detrás estaría Einstein elaborando la teoría de la relatividad; a trece metros podríamos ver a Napoleón en Waterloo; dieciséis metros más allá sería el Renacimiento con Lorenzo de Médicis, Leonardo da Vinci y Galileo; a ochenta metros podríamos ver a Jesús de Nazaret en el Gólgota; a cien metros aparecería Sócrates dentro de una sábana en el ágora; muy cerca estaría Buda bajo la higuera y un poco más allá de los griegos nos harían señales con la mano algunos faraones. Luego vendría un gran espacio muerto, tierra de nadie y habría que empezar a contar no en siglos, sino en millones de años. Tendríamos que recorrer cuatrocientos metros hacia atrás para llegar al neolítico. Después la cola se perdería en el horizonte y a cuatro kilómetros descubriríamos al homo sapiens, a veinte kilómetros veríamos a un primate manejando por primera vez el fuego, a treinta y dos kilómetros estaríamos en Atapuerca y a trescientos veinte kilómetros llegaríamos al reino común que compartimos un día con los gorilas y chimpancés. Sobre esa inmensa cola de cien mil millones de seres sólo ha brillado la inteligencia en un ínfimo tramo. El resto fue un abismo antes de que lentamente sobre esa insondable muchedumbre comenzara a clarear la conciencia. Nadie se cuestiona hoy si el hombre de Atapuerca está en el cielo o en el infierno, pero uno se pregunta quién sería el que introdujo en esa cola el sentido de la culpa y el castigo, quién predicó la inmortalidad y comenzó a enterrar a los muertos, quién se coronó con unos cuernos de oro e impuso la ley del más fuerte. Es evidente que en los últimos metros de esa cola unos pocos héroes han conquistado la libertad entre terribles convulsiones, pero el río humano continúa de forma convulsa y uniformemente acelerada hacia lo desconocido. Unos metros más adelante y la humanidad ya estará plantando tomates en otro planeta.


Manuel Vicent (EL PAÍS 18-10-2009)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Cápsulas bioanímicas



El abismo seduce al suicida, ávido de eternidad


Narciso sufre ante su belleza, evanescente e inaprensible


Cada ola trae noticias de un naufragio ignorado


La melancolía es la humedad del espíritu, el asma del alma


Cada ráfaga de viento abre la puerta de un misterio o desvela un secreto


B.B. King llena el aire de briznas eléctricas de algodón


La belleza más indescifrable sólo puede ser revelada por la música


Antes de nacer me di una vuelta por la nada


Cuando la noche muere, el día “ama nacer”


Cronos nos hace vudú con las agujas de nuestros relojes. Su maleficio es infalible


Dios dejó de creernos tras crearnos. Desde entonces se recrea a sí mismo


Miguel Cobo


                                       ***

viernes, 6 de noviembre de 2009

INVIERNO



Nevaba.
Un ave migratoria anunciaba
los trenes del invierno.
¿Hacia dónde volaba?
¿Qué fronteras de nubes traspasó sin visado?
¿Dónde perdió la pluma que ingrávida te hirió?

martes, 3 de noviembre de 2009

Tiramisú de limón






Úbeda. Colegio Salesiano. Año 1962. Joaquín Martínez Sabina (fila inferior -encima de los curas- 5º por la izquierda -¿por dónde iba a ser?-). En la misma fila, el 4º por la izquierda al lado de Joaquín, Salvador Compán, escritor, finalista del Premio Planeta de 2000 con su excelente novela Cuaderno de Viaje. El autor del blog, Miguel Cobo Rosa (fila central, nº 7).

En el libro que acompaña al CD "Vinagre y rosas" en su edición de lujo, página 25 (escaneada arriba), podréis comprobar que aparece esta foto recortada, a modo de collage (no aparecemos los citados antes), con el siguiente comentario manuscrito con la personalísima caligrafía de Joaquín: "los dos curas siniestros con gafas negras ¿no os recuerdan la célebre foto de la junta chilena, con Pinochet al frente?"

Clicad sobre las imágenes para verlas ampliadas




Joaquín Martínez Sabina

lunes, 2 de noviembre de 2009

HAIKUS DE OTOÑO


Papiroflexia
tu corazón retráctil
que se repliega


Vela encendida
la noche se hace eterna
si se derrite


Su voz susurra
mientras la gata mira
la dulce abeja


Navega el sol
con la brisa del alba
hacia el alfeizar


El estornino
amanece en el sauce
bajo una lágrima


Flor del recuerdo
abre la roja herida
de la nostalgia


De su racimo
se desprende una uva
dulce en tu boca


Lengua ignorada
se desliza en tu boca
sin la palabra


Luna en el agua
las ondas de una piedra
su luz expanden


Jugo de besos
exprimido en los labios
savia saliva


Las lagartijas
rubrican en las ramas
signos fugaces


Sangra la tarde
ya no espera la lluvia
tras los cristales


Alma de estrella
camino hacia su casa
donde me espera


Surte la fuente
agua que se divierte
con el silencio

jueves, 29 de octubre de 2009

Si la palabra es grito


Si la palabra es grito,
cómo duele el silencio que le sigue…
Callada una vez más, ya sólo esperas
esa caricia áspera del hombre que cree serlo
y el tango de los celos del desamor letal.
¿Qué dormitorio inhóspito desprotege tu insomnio?
¿Qué almohada humedecida entumece tu faz?
Un pasillo infinito de presentidos pasos
hace eterna la espera, estéril la esperanza.
La suavidad del tacto que recorría tu espalda
aquella primavera de promesas en flor,
el delicado encaje de tu vestido blanco,
las dulces melodías de la luna de miel…
De todo aquel pasado no te queda futuro
y aquella mano es garra y sus dedos cuchillos
que hieren tatuajes de tigres en tu piel.
Tu colección de lágrimas llena el álbum de boda
y un día serán noticia de triste actualidad.

miércoles, 28 de octubre de 2009

DESVELO


Nocturnas aves descendían de la luna
y gritaban los nombres de sus víctimas
al aire dormido
arrebatado a los insomnes
en las sórdidas grutas del terror.

Sólo cientos de años después
supimos que las almas de los pájaros
transmigran en sueños
y sumen en atroces pesadillas a los tiranos.

Desvelamos el desvelo

lunes, 26 de octubre de 2009

SOTO (Oda a la amistad)


Bien sé que a ser amigo no se aprende
En un lugar común ni en una escuela;
Requiere el alma un tiempo que no vuela
Ni anida, pues no es ave, mas sorprende

A quien sin proponérselo comprende
Razones infinitas. Me consuela
Dejar junto a tu nombre la secuela
Original de este fuego que prende

Súbitamente la zarza de la vida.
Oye el rumor del río que nos lleva:
Trae cristalinas aguas, buena nueva,
Orilla, soto, sombra compartida.


***

Miguel Cobo

sábado, 24 de octubre de 2009

"Evocanción"


Los mismos árboles, la soledad
desnuda y sugerente de las hojas
caídas. Las mismas heridas rojas
del devenir sangrante de la edad.

Los mismos ídolos, los portentosos
templos sagrados de la adolescencia
inmolada. La cálida afluencia
de recuerdos febriles, candorosos.

Qué distinta Venecia, la canción
de Aznavour llenando el aire. La triste
mueca del tiempo, su vacilación

momentánea aun cuando no existe
motivo aparente, resignación
o duda razonable: Me quisiste.

martes, 20 de octubre de 2009

Vía crucis


Al final del andén hay cuatro vías.
Camino por el borde hacia los trenes
varados que me esperan. No sé cuándo
saldrán y cruzo a ciegas. Voy
mirando vagones, impaciente. El vértigo
acelera mis latidos. Atisbo mi destino.

El tren que me transporta a mi pasado.
El tren que un día perdí y está en vía muerta.
El tren que cruza el túnel del deseo.
El tren que parte y nunca ha de volver.

Siento un escalofrío en plena médula.
La duda paraliza mi albedrío.
Los pies turban mis pasos. Hay una niebla
súbita que anega el corazón y la estación.
No hay viajeros. La soledad me agobia
mientras un ciego impulso me hace subir al tren
de la vía cuatro. Por la megafonía
anuncian la salida. Sube lenta mi alma
ligera de equipaje y sin billete.

***

Miguel Cobo Rosa

sábado, 17 de octubre de 2009

La luz


No se puede prever. Sucede siempre
cuando menos lo esperas. Puede pasar que vayas
por la calle, deprisa, porque se te hace tarde
para echar una carta en correos, o que
te encuentres en tu casa por la noche, leyendo
un libro que no acaba de convencerte; puede
acontecer también que sea verano
y que te hayas sentado en la terraza
de una cafetería, o que sea invierno y llueva
y te duelan los huesos; que estés triste o cansado,
que tengas treinta años o que tengas sesenta.
Resulta imprevisible. Nunca sabes
cuándo ni cómo ocurrirá.
Transcurre
tu vida igual que ayer, común y cotidiana.
"Un día más", te dices. Y de pronto,
se desata una luz poderosísima
en tu interior, y dejas de ser el hombre que eras
hace sólo un momento. El mundo, ahora,
es para ti distinto. Se dilata
mágicamente el tiempo, como en aquellos días
tan largos de la infancia, y respiras al margen
de su oscuro fluir y de su daño.
Praderas del presente, por las que vagas libre
de cuidados y culpas. Una acuidad insólita
te habita el ser: todo está claro, todo
ocupa su lugar, todo coincide, y tú,
sin lucha, lo comprendes.
Tal vez dura
un instante el milagro; después las cosas vuelven
a ser como eran antes de que esa luz te diera
tanta verdad, tanta misericordia.
Mas te sientes conforme, limpio, feliz, salvado,
lleno de gratitud. Y cantas, cantas.



Eloy Sánchez Rosillo

jueves, 15 de octubre de 2009

AVE de paso



Octubre, el tren
se acerca.
Hay un humo
sin fuego en el andén
de alguien que sueña
y fuma.
Llega el AVE de paso;
se posa unos minutos
breves como la página
que sólo leen tus ojos.
Caen las primeras hojas
en el parque cercano.
Si el tren te lleva ahora,
será otoño. Seguro.

miércoles, 14 de octubre de 2009

Acróstico iniciático



Pétalo de la boca

Aire delimitado

Labio inquieto sin beso

Astrolabio del alma

Balbuceo consentido

Recuerdo confiscado

Alimento de oídos

           ***

Miguel Cobo Rosa

miércoles, 7 de octubre de 2009

Andén de la memoria


Entre todos los trenes que algún día perdí
sólo uno me quema la razón. Esa duda
atormenta mi insomnio, me parte
el alma en dos. Atraviesa
las cuatro estaciones con sus viajeros grises
y proyecta su luz en la niebla
del destino imposible. Nadie
me espera ya. No hay un banco
en el andén de la memoria. A veces
sin embargo sí escucho algún silbido
entre la lluvia, allá donde perdí por vez primera
la esperanza de verte en la angostura.

Veo que alguien se desliza silencioso
por la escala del tiempo y borra mis recuerdos.
Deja un rastro de música lejana
con un aire de blues o summertime.

Esa trompeta líquida y amarga
me acerca a una ciudad que desconozco.
Una ciudad de sombras y miradas ocultas.
El café me desvela mientras se aleja el tren.
El asma se hace dulce en la voz de Ray Charles.

sábado, 3 de octubre de 2009

Julia Anula, hija de Cayo, aquí yace


"Julia Anula, hija de Cayo, aquí yace.
Por el hado nefando amenazada, poco vivió:
la muerte la arrebató cuando contaba dieciocho abriles
de su joven edad.
Dile, oh viandante, séate la tierra leve."
(Lápida romana. Museo de Mérida).




Que jamás puede ser la tierra leve
para tu cuerpo en flor,
oh, Julia Anula, dieciocho
abriles en silencio
y en terrible quietud.
Que pesa, y duele, y amordaza
esa oscura tierra que te inunda
los ayer limpios ojos,
la boca soñadora
de un beso iluminado,
los derruídos pechos
tan sólo acariciados por el frío.
No eres ya ni recuerdo, Julia Anula,
ni siquiera ceniza en columbario,
mas perdura tu huella en el granito
proclamando tu presencia fugaz
¿Qué praderas habitas,qué lagunas
reflejan tu silueta de gacela,
qué bronces de campanas se alimentan
con el llanto lejano de tu voz?
Los dioses te acogieron
con la esquiva sonrisa del que oculta
un error disfrazado de destino,
que no es justa la muerte
si la vida es promesa no cumplida.
Perdónalos y duerme
un sueño de truncadas primaveras
entre tus manes familiares,
mi dulce Julia Anula,
triste memoria de muchacha,
sólo nombre,
definitivamente piedra.


Antonio Porpetta

miércoles, 30 de septiembre de 2009

OTOÑO


Inicia su viaje entre las notas mudas
de cada adiós. Abraza
la otoñal ausencia que se gesta
en el núcleo del alma. Destila
toda la soledad y su melancolía
la nueva luz que madura en las uvas de octubre.
Se vislumbra otro tiempo. Te esperan
otras voces. Era
este refugio de amistad y añoranza
algo más que azahar,
preludio de los cítricos silvestres.
Ahora lees otros versos
con ese digno oficio que requiere el silencio,
la atención de la brisa indolente de un inhóspito ámbito.
Huye y vuelve: Migra como las aves y retorna este invierno.
Siempre habrá un sol cálido en la plaza.

***

Miguel Cobo Rosa

lunes, 28 de septiembre de 2009

Sentina del río


Un húmedo sueño de Abderramán.
La turbulenta historia de un suicida.
Las turbias aguas de la sed no saciada.
El anillo enamorado del dedo de la princesa muerta.
Un rizo dorado de Ofelia anudado en un junco.
El cuaderno de bitácora del capitán Ahab con un dibujo de Moby Dick.
Las escamas desprendidas de un ciprino dorado.
La túnica blanca semidesmadejada de Lady of Shalott.
La música desvanecida de Bill Evans.
Una pastilla de Seconal no ingerida por Andrés Caicedo
Las palabras blasfemas de un renegado.
La barca de Caronte hundida segundos antes de llegar a la orilla.
Las gotas quintaesenciadas del orgasmo de la favorita del Omeya.
Las lágrimas desaladas de un antiquísimo desamor pagano.
Una amapola ajada de la memoria de Paul Celan.
La tibia conciencia licuada de un arrepentido.
La turbidez de una traición no revelada por el libro de historia.
Los cantos rodados de los Rollings Stones.
Una moneda de plata de Judas , el vilipendiado.
El tiempo líquido de una clepsidra derramada.
La mirada delicuescente de Narciso.
Las ondas del pensamiento de Virginia Woolf.
Tus ojos profundos leyendo los versos de Pablo Neruda.
La luna en cuarto creciente tras el eclipse de septiembre.
La voz de ángel de Lhasa de Sela cantando La Marée Haute por última vez.
El séptimo despertar de Félix Francisco Casanova.




Imagen: La dama de Shalott. Óleo sobre lienzo de John William Waterhouse (1888)
(Con mi agradecimiento a Mª José Moya)

sábado, 26 de septiembre de 2009

JARCHA



Dime, ¿podrán tus aguas, río,
arrastrar mis lentas lágrimas?
¡Ay dolor que con tus besos vino!

Ansiedad que mi alma enajena,
tristeza desde la ribera.

Me desvelo por el adiós ingrato;
porque se fue mi amor río abajo,
ya siempre miro el agua sin descanso.

¿Quién tus aguas nocturnas navega,
que la pena
de mi mal no se lleva?

martes, 22 de septiembre de 2009

AUSCHWITZ


Esos poetas infernales,
Dante, Blake, Rimbaud...
que hablen más bajo...
que toquen más bajo...
¡Que se callen!...
Hoy
cualquier habitante de la tierra
sabe mucho más del infierno
que esos tres poetas juntos.
Ya sé que Dante tocaba muy bien el violín...
¡Oh, el gran virtuoso!...
Pero que no pretenda ahora
con sus tercetos maravillosos
y sus endecasílabos perfectos
asustar a ese niño judío
que está ahí, desgajado de sus padres...
Y solo.
¡Solo!
aguardando su turno
en los hornos crematorios de Auschwitz.
Dante... tú bajaste a los infiernos
con Virgilio de la mano
(Virgilio, "gran cicerone")
y aquello vuestro de la "Divina Comedia"
fue una aventura divertida
de música y turismo.
Esto es otra cosa... otra cosa...
¿Cómo te explicaré?
¡Si no tienes imaginación!
Tú... no tienes imaginación,
Acuérdate que en tu "Infierno"
no hay un niño siquiera...
Y ese que ves ahí...
está solo
¡Solo! sin cicerone...
esperando que se abran las puertas de un infierno
que tú; ¡pobre florentino!,
no pudiste siquiera imaginar.
Esto es otra cosa... ¿cómo te diré?
¡Mira! Éste es un lugar donde no se puede tocar el violín.
Aquí se rompen las cuerdas de todos
los violines del mundo.
¿Me habéis entendido poetas infernales?
Virgilio, Dante, Blake, Rimbaud...
¡Hablad más bajo!
¡Tocad más bajo!... ¡Chist!...
¡¡Callaos!!
Yo también soy un gran violinista
y he tocado en el infierno muchas veces...
Pero ahora, aquí...
Rompo mi violín... y me callo.




LEÓN FELIPE
(Recitado por el propio León Felipe pinchando el título)

lunes, 21 de septiembre de 2009

Viaje


Se van quedando atrás las luces del andén. Veloces arrabales de chabolas, sórdidos basureros que revelan al tren su atroz miseria. Atrás trenes varados de Explosivos Riotinto con nostalgia de puertos de interior. Vagones industriales, maniobras de obreros taciturnos de RENFE en cisternas de REPSOL y máquinas ancladas en vía muerta, esperando un enganche de PROFIL. Convulsivos vaivenes, silbidos insurgentes, consagran el lunes laboral a un ritmo ritual y recurrente –ora rebelde, otrora resignado- de perpetua cadena o condena mortal. Vagabundos nocturnos de entrevías, sin lágrimas ni historias que contar. Polizones del tiempo, furtivos al estribo de un viaje que acaba sin llegar a otra estación.
Hay estrellas de acero en los cuarteles. Hangares donde duermen sombrías fieras de fuego y de metal. Pesadillas de monstruos prestos a despertarse. El tren no silba ahora y cruza sigiloso las sombras militares. Penurias de cuartel, de frías madrugadas, tercera imaginaria hasta el próximo tren.
Por los pasillos del vagón hay un trasiego de jóvenes alegres con guitarras y sueños de raíl. Abren las ventanillas y entran luces fugaces que deslumbran y proyectan las dudas del desvelo, su inane desconcierto. Me tortura el fanal de esta estación fantasma. Me acerco al café-bar sonámbulo y funámbulo, ese vagón de extraños que rumian sus recuerdos. Leen posos del café de libido y delirio que anuncian más viajes en los viejos expresos de  medianoche.


domingo, 20 de septiembre de 2009

CRONONAUTAS



En astronaves de aluminio
viajan
muertos multimillonarios
esperando
(protegidos por dimetilsulfóxido)
esperando
(triste esperanza congelada)
esperando
(suspensión criónica)
esperando
la revolución
mientras suena La Marsellesa

viernes, 18 de septiembre de 2009

¿Dónde te ocultas?



¿Dónde te ocultas?
Te podría encontrar a la sombra
de un sauce,
en las páginas del viento que leen tus labios
mientras te agita el sueño
o en la música turbia
de las aves albinas.

Te busco entre las plumas
de tu almohada vencida dulcemente
por tus grávidas sienes
o en la espuma del hueco
que dejaste en las sábanas.

Al bisel del espejo que retuvo tu imagen
le preguntan mis ojos
ciegos desde tu ausencia.

jueves, 17 de septiembre de 2009

Ave María


Dios te salve
(qué más da si te llamas María)
de desgracia estás llena.
El hombre que ahora es contigo
te maldice y te humilla
como a todas las mujeres,
en el nombre del fruto de tu vientre
mancillado.

Pobre María (o como quiera que te llames),
madre sin dios;
ruega por ti misma
y huye de los desalmados maltratadores.

Ahora y en la hora
de la vida.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Las rosas sobre el mármol

Las rosas sobre el mármol
me prestan este instante
de silencio en tus ojos.
Fueron mías las palabras
que ves aquí grabadas.
Las escribí una noche
en que la nada vino
disfrazada de música.
De aquella eternidad
esto es lo que nos queda.
Pero, dime, ¿eres tú?
Percibo en las estrellas
el frío (sí, digo el frío),
el frío del verano.

lunes, 14 de septiembre de 2009

Resplandores de ausencia


Está el andén vacío, la estación sola.
Pasó el último tren. Los viajeros
subieron al vagón. Queda el silencio.
Un silencio sonoro de música que huye.
La nada se extendía con una luz distinta.
Ni ángeles ni sombras ni humanos
ni recuerdos: ni Dios quiso quedarse.
Desde la catenaria descendían raros pájaros.
Eran aves eléctricas de luz artificial,
relámpagos de miedo, resplandores
de ausencia. Alguien olvidó un libro
y un paraguas de sueños. Mientras amanecía
se diluyó una estrella. Se abrió
una puerta estrecha. Se fue la soledad.
Encendieron dos velas. Buscaron una agenda.
Había un mensaje tuyo en el buzón de voz.
Era un húmedo jueves del final del invierno.



Fotografía de Alfonso C. Cobo: Estación de Sablé

sábado, 12 de septiembre de 2009

AGENDA


Quién sabe de aquel jueves si llovió
o fuimos juntos al cine de verano.
Puede que fuera tarde
de besos escondidos tras persianas
celosas celosías bajadas del crepúsculo.
Quizá el dos de septiembre recibimos la carta
que nunca contestamos y se perdió el amigo
que no obtuvo respuesta por no tener a mano
un sello de correos para franqueo ordinario.

***

Y del viernes siguiente no nos queda ni rastro.
Las huellas de sus horas se borraron del tiempo
o devinieron células de memoria inconcreta
o de olvido profundo. Sin embargo buceo
en la página en blanco de aquel día sin historia
y descubro en su fondo palabras nunca escritas,
versos, cartas, mensajes, cuadernos de ejercicios
donde aprendí a sumar minutos y segundos,
los problemas del tiempo con números complejos.

***

Tal vez fuera un buen día para hacer el amor
con la urgencia del alba o el deseo rutinario
de la siesta estival. Quizá sólo un domingo
que rimaba con cinco y nada más.

***

Cuanto más sé de todo, más ignorante soy.
cuanto más me conozco más me pregunto quién
es éste que te escribe palabra tras palabra
sin sentido posible, sin puntos cardinales,
con puntos suspensivos…



Fotografía de Alfonso C. Cobo .Calle Real (Úbeda)

viernes, 11 de septiembre de 2009

Desde esta orilla

I

Vadeo el río
y su insondable soledad anónima.
El dolor
tiene la humedad de la hiedra
y los escalofríos lunares
de su vegetal origen.
Brilla una estrella, sin embargo,
y percibo su cálida proximidad;
porque a pesar de tanta duda
ni una sola verdad me desvela el secreto de la muerte.
Rodeo este cuerpo al fin
que convive conmigo.
Me aferro a sus huesos
y crezco en su amoroso celo
con el que me complazco.
Lo proclamo en voz alta
desde el humilde orgullo que nos presta la vida:
Aunque en polvo revierta
sé que la tengo a ella
y llego a la otra orilla sin rémora de miedo.

II

Esta barca que arriba a la orilla
al amanecer;
esta barca de pescador absorto
que regresa del agua irrepetible
sin memoria de náufrago,
no puede ser la nave del olvido
de la vieja canción.

Y no obstante la brisa del alba,
el insomnio,
la soledad de tanta espera,
rememoran la música vivida,
las fotos del álbum del pasado
de color desvaído.
La ciudad olivarera, callada
en las calles de Úbeda
y el calor del verano y de tu cuerpo.

La certeza de tu ausencia, empero,
me libera del tiempo transcurrido,
mas no de la tristeza
que transporta esta barca despiadada
que ahora arriba a la orilla
del amanecer.



Fotografía de Alfonso C. Cobo

miércoles, 9 de septiembre de 2009

ASMA



Una joven maestra acercó su oído
al pecho del guerrillero
( aún latía su corazón )
y escuchó el ulular del viento
libre y triste a la vez,
como una quena en el altiplano
o el gemido aymará de un huracán andino.

( Fue así como descubrió que el guerrillero ateo
no tenía alma, sino asma)


Asma del Che:
¡Alma de América!

lunes, 7 de septiembre de 2009

Árbol de hoja caduca



Árbol de hoja caduca
el de esta vida efímera
cuya sombra imposible
no protege mis dudas.
Hojas del calendario
caídas del silencio
de una agenda sin notas
como un tiempo vacío
de imperfecto pretérito
donde nadie escribió
para no recordar
ni una cita ni un nombre
ni tan siquiera un número
para poder llamarte.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Desolación de volver


Desde una esquina en la zona de sombra en la que me he apoyado para leer el periódico miro la plaza que he recordado e imaginado tantas veces, la que está igual de arraigada en mi memoria infantil que en los mundos de ficción que he ido inventando a lo largo de mi vida, hasta el punto de que a veces ni yo mismo sé distinguir en qué medida estoy invocando un recuerdo verdadero o proyectando sobre el pasado un episodio de novela. Vista con ojos objetivos, la plaza no tiene nada o casi nada de extraordinario, salvo la torre del reloj, que forma parte de una muralla medieval. Es una plaza austera, menos andaluza que castellana, con soportales en dos lados, con edificios poco memorables que sin embargo, en conjunto, dan una modesta impresión de carácter, de lugar verdadero. En los soportales solía haber carritos en los que se vendían pipas, cacahuetes tostados, pequeños juguetes; también se vendían y se alquilaban tebeos. Había una farmacia, una tienda de lanas, un almacén de tejidos, la sede de un banco en el que trabajaba de cajero el padre de un amigo mío. Íbamos a verlo y estaba detrás de su ventanilla con barrotes dorados, y a mí me impresionaba lo blancas que eran sus manos, por contraste con las de mi padre, y la velocidad asombrosa a la que contaba los billetes.

En la zona central de la plaza se levanta sobre una base de figuras alegóricas talladas en piedra la estatua en bronce del general Saro, picoteada de agujeros de disparos. En los primeros años veinte el general Saro dirigió no sé qué campaña victoriosa en la guerra de Marruecos; en el verano de 1936 un pelotón anarquista lo fusiló en efigie, dado que ya estaba muerto. Durante años, con motivo de alguna de las muchas reformas que la plaza ha padecido, la estatua desapareció, porque algún analfabeto con cargo municipal -en la política española el analfabetismo es un mérito casi tan valorado como la desvergüenza- debió de pensar que siendo de un militar tenía que ser de un militar franquista. Me cuentan que se pensó sustituirla por una escultura más acorde con los nuevos tiempos de reglamentaria cultura andaluza, un monumento al penitente. El general Saro sobrevivió, dramático y sereno, con sus agujeros negros de disparos en la cabeza y en el pecho y su mirada hacia el sur, pero a su alrededor la plaza que desde hace mucho ya no lleva su nombre fue sometida a una de esas modernizaciones que gustan tanto a las autoridades locales: de los jardines, de los bancos, de las acacias y los aligustres sobre cuyas copas sobresalía la cabeza del general no quedó ni rastro, si bien en su lugar se pusieron unos coquetos maceteros de hierro forjado con la "U" de Úbeda artísticamente inscrita en cada uno de ellos, y se coronó todo con la boca enorme de un aparcamiento subterráneo y con la torre del ascensor correspondiente.

La primera vez que vi lo que habían hecho con esa plaza que era el corazón de mi ciudad se me puso en la garganta un nudo de congoja. Ahora vuelvo y la miro y la costumbre no mitiga el escándalo. Con la lógica peculiar de la renovación urbana, se ha considerado que en una ciudad donde hay varios meses de calores saharianos su plaza central no necesita árboles, salvo un par de naranjos escuálidos que difícilmente pueden prosperar en los inviernos mesetarios. A mediodía, desde mi esquina a la sombra, alzando los ojos del periódico, veo a la gente que se atreve a cruzar la plaza arriesgándose a un síncope, buscando a toda prisa el alivio de los soportales. Aparte de sus ventajas estéticas, el aparcamiento tiene la virtud práctica de atraer más tráfico hacia el centro de la ciudad, atascando las calles estrechas que llevan a él, algunas de las cuales están además levantadas gracias a la misma catástrofe de obras en gran medida innecesarias que azota al país entero. Algunos de los coches que hacen cola para entrar en el aparcamiento llevan las ventanillas abiertas y emiten a volumen sísmico una música de discoteca al parecer muy del agrado de los policías municipales que pastorean el tráfico.

En las noches calurosas, con los balcones abiertos, la música de los coches, los rugidos de las motos y la algarabía alcohólica del botellón animan las plazuelas y los callejones de mi barrio de San Lorenzo, que de otro modo estarían sumidas en un anticuado silencio. Iglesias y palacios se van hundiendo literalmente en el abandono mientras se tiran ríos de dinero cambiando sin ninguna necesidad antiguos pavimentos enlosados o empedrados por groseros baldosones de terrazo. Vuelvo a la hermosa plaza de Santa María y no puedo cruzar su limpia perspectiva porque está entera convertida en una zanja. Un amigo que vive en la ciudad me cuenta que los trabajadores, como no disponen de instalaciones con aseos, usan como urinario la fachada de la iglesia del Salvador.

En el curso de una generación se ha destruido para siempre lo que tardó siglos en hacerse. Lo que se está robando a quienes vengan detrás no es una memoria sentimental y un paisaje urbano que fue único, sino también una forma de disfrute de la vida y de prosperidad. Donde hubo perspectivas de huertas y de casas blancas que llamaban desde los caminos lejanos ahora hay bloques horrendos que se amontonan los unos sobre los otros para mayor beneficio de los constructores. Viajando por Europa uno descubre con envidia cómo en pueblos pequeños y en ciudades provinciales el cuidado en la preservación de lo más valioso del legado del tiempo es perfectamente compatible con el progreso tecnológico y tiene la ventaja práctica de hacer la vida más gustosa y crear una duradera riqueza: en España se empieza por arrasarlo todo. Cuanto más se alimentaban los orgullos locales y las lealtades vernáculas a lo largo de los últimos treinta años más impunemente se han destruido los paisajes. El orgullo local separado de la conciencia cívica es paletería, igual que el patriotismo sin ciudadanía es fanatismo. Se inventan pasados y se alimentan nostalgias rústicas al mismo tiempo que se impone la ignorancia y se borran las huellas del pasado verdadero, el que habría sido tan fértil para mejorar el porvenir.

Hace treinta años, en una de tantas idas y venidas, volví a mi ciudad para votar por primera vez en mi vida en unas elecciones municipales. Pensábamos que la democracia iba a traer a las ciudades un aire limpio de ilustración y racionalidad, espacios públicos rescatados del abandono y la roña franquista de los especuladores. Me paseo por Úbeda, entre zanjas y mugre, entre el deterioro de lo abandonado y la ostentación palurda de lo que no había necesidad de cambiar, me adhiero a una pared para que no me atropelle un coche con la música a todo volumen en una calle estrecha. Ya sé que en todas partes sucede lo mismo, que el gobierno de las ciudades españolas es un grosero catálogo de venalidad e incompetencia: pero sólo en ésta el escándalo político se me convierte en íntima desolación.



Antonio Muñoz Molina

EL PAÍS - Babelia, 5/09/2009

jueves, 3 de septiembre de 2009

Anacronismo


Trae la brisa el perfume de las playas del norte
y con su lluvia núbil
se ciñe a tu vestido de senos transparentes
esta tarde translúcida de invierno en su crepúsculo.
Alumbran las manzanas
con su verde doncella
la liviandad del tiempo que se filtra en tus sueños.
No todo está perdido
diosa del mar mojada
en la inhóspita playa de febrero
donde perdí tu rastro con viento a barlovento.
Yo espero que la noche me refugie en tus lienzos
detrás del aguacero .



Imagen: "En la playa". Lienzo de Concha Márquez

miércoles, 2 de septiembre de 2009

Mester de espeleología


A velocidad vertiginosa
fluyen ideas,
imágenes fugaces
inasibles y prófugas.
Al abismo del sueño
se precipitan todas
sedimentando el alma
de fósiles recuerdos
en forma de palabras.
Excava en los estratos
el poeta arqueólogo,
desciende hasta la sima
armado de su pluma.
Con paciencia de clérigo
horada galerías
minando la conciencia.
Descubre nuevas grutas
abisales y ocultas
en su mester secreto
de la espeleología.

martes, 1 de septiembre de 2009

Cosas


Aristóteles nunca tomó café.
Platón nunca comió feijoada a la brasilera.
Alejandro nunca ordenó cuscús en Alejandría.
Cleopatra nunca vistió Dior.
Cesar nunca usó un Rolex de oro.
Brutus nunca disparó un revolver.
San Agustín nunca tomó lexotanil.
Carlo Magno nunca leyó a Freud.
Marco Polo nunca tomo un avión.
Lorenzo de Médicis nunca condujo un Ferrari.
Erasmo nunca simpatizó con Choucroute.
Lutero nunca hizo yoga.

Yo tampoco.



Nuno Júdice, poeta portugués (1949)

lunes, 31 de agosto de 2009

O quítame a Jacques Brel



Llevaba tu maleta a la estación
(era mi cruz)
tu mirada era fría
(era mi luz)
tus lágrimas de hielo
me dejaste tus discos
(eso es pura crueldad)

Cómo pasar la noche escuchando a Jacques Brel
si tú ya te habrás ido y yo no sé qué haré.
Iré todas las noches a esperar cualquier tren
y cuando alguien se despida del amor que se aleja
y se escuche de fondo un ne me quitte pas
espero que regreses con una nueva música


o quítame a Jacques Brel


                                   ***

Miguel Cobo Rosa