domingo, 29 de noviembre de 2009

También llueve al sur de Brighton


El reloj de la vida no recupera el tiempo
de una tarde de lluvia.
La cortina de agua levemente rasgada por la monotonía
de un recuerdo infantil
que evocara Machado en una humilde escuela
segrega una mirada como un hilo de seda sobre el pasado efímero.
Era aquel temps de pluja que cantara Serrat,
su balada de otoño deshecha entre los surcos de la melancolía
con que hiere la aguja de zafiro su disco;
el brazo articulado que siembra en el vinilo recuerdos y caricias,
suaves roces de piel, dedos que se deslizan por blusas entreabiertas…
Y el crepitar monótono que dejó la canción tras las últimas notas
girando para siempre en la memoria joven y enamorada
de aquella lluvia fértil…
Dulce ebriedad del alma borrascosa y proustiana,
esta tarde de Brighton, al sur de mi ventana:
Lluvia tras los cristales, gin tonics y canciones.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Interpretaciones de una visión


Esta imagen insólita podría significar que un libro permite poseer aquello que uno desea y no tiene, por ejemplo, un bombín. Pero no es eso.
Podría significar que un libro permite ser lo que uno no es, por ejemplo , deshollinador. Pero, aunque varios elementos de la imagen apuntan hacia esta explicación, tampoco es eso.
¿Significa quizá que el ser humano, toda su persona, su visión del mundo, su identidad, su realidad misma, se sustentan sobre el conocimiento, y que el conocimiento, a su vez, se sustenta en el aire? Ojalá fuera tan fácil. Pero me temo que no es eso.
Nada nos autoriza, ni la razón ni la experiencia, a tomarnos las imágenes y los libros en un sentido que no sea el literal.
Aquí tenemos a un señor que sobrevuela el tejado de un edificio. En el edificio hay una ventana abierta, parcialmente abierta, pero nada nos permite pensar que el caballero volador ha salido por esa ventana, que no viene de más lejos, que no lleva hecho ya un largo trayecto. El señor que nos ocupa tiene debajo de los pies una cosa que parece un libro; tal vez lo sea o tal vez sea un aparato volador en forma de libro, hoy día se inventan tantas cosas…Si verdaderamente es un libro, puede tratarse de un libro volador, compartir esta propiedad con las alfombras voladoras. Pero no hay que excluir que sea el señor quien está capacitado para volar, y que en esta ocasión, inadvertidamente, un libro se le pegó a la suela de sus zapatos poco antes del despegue.
Sea cual sea el origen y la explicación científica de este vuelo, y su objetivo, la escena no tiene nada de inquietante, al menos nada que resulte más inquietante que cualquier escena cotidiana; el hombre no parece preocupado ni sorprendido. Al contrario. A juzgar por la inclinación de la cabeza y la posición de los brazos, más bien parece que se dispone a orinar y que (pero esto sólo es una conjetura arriesgada) apunta a la chimenea de la derecha, quizás para evitar molestias a los transeúntes.


Eduardo Mendoza


El texto que acaban de leer lo he sacado de "El Libro de los Libros", del extraordinario ilustrador alemán Quint Buchholz. A su editor, Michael Krüger, se le ocurrió enviar sendos dibujos de Quint a cuarenta y seis autores de países distintos, con la petición de que escribieran el texto oculto en ellos. Todos colaboraron. Eduardo Mendoza, como ven, lo hizo sobre el dibujo de esta entrada.

Historia de la resurrección del papagayo


El papagayo se cayó en la olla que humeaba.
Se asomó, se mareó y cayó.
Cayó por curioso, y se ahogó en la sopa caliente.
La niña, que era su amiga, lloró.
La naranja se desnudó de su cáscara
y se la ofreció de consuelo.
El fuego que ardía bajo la olla
se arrepintió y se apagó.
Del muro se desprendió una piedra.
El árbol, inclinado sobre el muro,
se estremeció de pena,
y todas sus hojas se fueron al suelo.
Como todos los días, llegó el viento
a peinar el árbol frondoso; y lo encontró pelado.
Cuando el viento supo lo que había ocurrido,
perdió una ráfaga.
La ráfaga abrió la ventana,
anduvo sin rumbo por el mundo
y se fue al cielo.
Cuando el cielo se enteró
de la mala noticia, se puso pálido.
Y viendo al cielo blanco,
el hombre se quedó
sin palabras.
El alfarero de Ceará quiso saber.
Por fin el hombre recuperó el habla,
y contó que el papagayo se había ahogado
y la niña había llorado
y la naranja se había desnudado
y el fuego se había apagado
y el muro había perdido una piedra
y el árbol había perdido las hojas
y el viento había perdido una ráfaga
y la ventana se había abierto
y el cielo se había quedado sin color
y el hombre sin palabras.
Entonces el alfarero reunió toda la tristeza.
Y con esos materiales, sus manos
pudieron renacer al muerto.
El papagayo que brotó de la pena
tuvo plumas rojas del fuego
y plumas azules del cielo
y plumas verdes de las hojas del árbol
y un pico duro de piedra y dorado de naranja
y tuvo palabras humanas para decir
y agua de lágrimas para beber y refrescarse
y tuvo una ventana abierta para escaparse
y voló en la ráfaga del viento.



Eduardo Galeano
("Las palabras andantes" 1993)

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Coplillas de amor y vida: 25 de Noviembre


Es mi vida, vida mía,
que vivir así no es vida.
A vida o muerte no quiero
Una vida compartida.

Y en este juego amoroso
ni tú dueño ni yo esclava:
Los dos iguales si quieres
de verdad que yo te quiera.

Ni una amenaza, ni un grito,
ni una conducta violenta,
hacen al hombre más hombre:
Más parece así una fiera.

Y si hay amores que matan
que se mueran sin nacer,
pues son indignos de un hombre
que así “quiere” a una mujer.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Efecto Coriolis



Revolucionado
tragado por mi sangre en remolino
vuelvo al centro
en el vértice de todo
con locura redonda y colorada
de carrusel vertiginoso
y ciego.
Luego
devengo lento al corazón
y vuelvo a ti multiplicado

sábado, 21 de noviembre de 2009

Tren Silvania


En un intento vano de ahuyentar tus fantasmas
te subiste en el tren de los vampiros.
Recorriste sin miedo los pasillos de sus vagones gélidos
y miraste detrás de las cortinas. Eran viajeros clónicos
iguales a sí mismos cual cromos repetidos
de antigua colección. ¿O eran fotografías
de tu propio pasado? No percibes el rostro
reflejado en tu espejo. Tienes la mano fría.
Tu corazón no late. El tren no se detiene

lunes, 16 de noviembre de 2009

Recuerdo infantil


En la selva la serpiente silba,
repta y busca su presa entre lianas.
Ruge el tigre, afilando sus garras
y la gacela tiembla agazapada.

Acuarela de plumas pinta el aire
de guacamayos, cotorras y tucanes
llenando con sus cantos tropicales
de música ancestral la gran floresta.

Verde incendio de llamas vegetales
creciendo hacia la luz la savia virgen.
Clamor de voces, susurros y gemidos:
El miedo y el amor a vida o muerte.

¡Oh selva de mis sueños infantiles!,
quién pudiera a Tarzán seguir el rastro
y saltar, como Chita, ante el malvado
que destruye la selva sin reparo
(o encontrarse con Jane, junto al lago).

domingo, 15 de noviembre de 2009

Luz de Noviembre


Se va noviembre
con una luz de invierno que duda en el crepúsculo
como la vida y tú.
Nos cambiamos de ropa para no ser los mismos
de cada atardecer delante del espejo
que oculta en el armario las prendas de otros años.
Su memoria textil ya vuela con las nubes
cual algodón hidrófilo que empapa la hemorragia
de recuerdos y lluvia.
Noviembre y tú
con un cierto aire triste
(te cae bien esa blusa)
de estreno en multicines y tarde de domingo

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ella em deixa



Bona nit, amics:
veig que ja hi som tots,
per fer la xerrada
i cantar cançons.

Però avui estic trist
perquè sense raó
ella se'n va lluny de mi
i em deixa molt sol,
tot sol.

Estic ple de nit
i penso que un dia
ella tornarà
demanant el meu amor
per trobar la vida.

Tu, flor adorada,
llum del meu racó,
cançó inacabada
que ha compost el meu amor.

Per què t'allunyes?
Per què te'n vas?
Per què em deixes,
si jo t'estimo tant?

Diu que n'estima un altre,
el millor de tots;
diu que és tot un home
i no un nen com jo.

No la maleïu
ni ploreu tampoc.
Són coses que passen:
jo tinc mala sort.

martes, 10 de noviembre de 2009

La cola


Cuatro generaciones ocupan un siglo. Por otra parte se calcula en cien mil millones el número de habitantes humanos que ha pasado ya por este planeta. Imagina que ese gentío está todo en pie agolpado a nuestra espalda formando una densa cola y cada generación se halla separada por un metro de distancia. Si uno recorriera esa cola en sentido inverso, como quien pasa revista a la historia, cuatro metros detrás estaría Einstein elaborando la teoría de la relatividad; a trece metros podríamos ver a Napoleón en Waterloo; dieciséis metros más allá sería el Renacimiento con Lorenzo de Médicis, Leonardo da Vinci y Galileo; a ochenta metros podríamos ver a Jesús de Nazaret en el Gólgota; a cien metros aparecería Sócrates dentro de una sábana en el ágora; muy cerca estaría Buda bajo la higuera y un poco más allá de los griegos nos harían señales con la mano algunos faraones. Luego vendría un gran espacio muerto, tierra de nadie y habría que empezar a contar no en siglos, sino en millones de años. Tendríamos que recorrer cuatrocientos metros hacia atrás para llegar al neolítico. Después la cola se perdería en el horizonte y a cuatro kilómetros descubriríamos al homo sapiens, a veinte kilómetros veríamos a un primate manejando por primera vez el fuego, a treinta y dos kilómetros estaríamos en Atapuerca y a trescientos veinte kilómetros llegaríamos al reino común que compartimos un día con los gorilas y chimpancés. Sobre esa inmensa cola de cien mil millones de seres sólo ha brillado la inteligencia en un ínfimo tramo. El resto fue un abismo antes de que lentamente sobre esa insondable muchedumbre comenzara a clarear la conciencia. Nadie se cuestiona hoy si el hombre de Atapuerca está en el cielo o en el infierno, pero uno se pregunta quién sería el que introdujo en esa cola el sentido de la culpa y el castigo, quién predicó la inmortalidad y comenzó a enterrar a los muertos, quién se coronó con unos cuernos de oro e impuso la ley del más fuerte. Es evidente que en los últimos metros de esa cola unos pocos héroes han conquistado la libertad entre terribles convulsiones, pero el río humano continúa de forma convulsa y uniformemente acelerada hacia lo desconocido. Unos metros más adelante y la humanidad ya estará plantando tomates en otro planeta.


Manuel Vicent (EL PAÍS 18-10-2009)

lunes, 9 de noviembre de 2009

Cápsulas bioanímicas



El abismo seduce al suicida, ávido de eternidad


Narciso sufre ante su belleza, evanescente e inaprensible


Cada ola trae noticias de un naufragio ignorado


La melancolía es la humedad del espíritu, el asma del alma


Cada ráfaga de viento abre la puerta de un misterio o desvela un secreto


B.B. King llena el aire de briznas eléctricas de algodón


La belleza más indescifrable sólo puede ser revelada por la música


Antes de nacer me di una vuelta por la nada


Cuando la noche muere, el día “ama nacer”


Cronos nos hace vudú con las agujas de nuestros relojes. Su maleficio es infalible


Dios dejó de creernos tras crearnos. Desde entonces se recrea a sí mismo


Miguel Cobo


                                       ***

viernes, 6 de noviembre de 2009

INVIERNO



Nevaba.
Un ave migratoria anunciaba
los trenes del invierno.
¿Hacia dónde volaba?
¿Qué fronteras de nubes traspasó sin visado?
¿Dónde perdió la pluma que ingrávida te hirió?

martes, 3 de noviembre de 2009

Tiramisú de limón






Úbeda. Colegio Salesiano. Año 1962. Joaquín Martínez Sabina (fila inferior -encima de los curas- 5º por la izquierda -¿por dónde iba a ser?-). En la misma fila, el 4º por la izquierda al lado de Joaquín, Salvador Compán, escritor, finalista del Premio Planeta de 2000 con su excelente novela Cuaderno de Viaje. El autor del blog, Miguel Cobo Rosa (fila central, nº 7).

En el libro que acompaña al CD "Vinagre y rosas" en su edición de lujo, página 25 (escaneada arriba), podréis comprobar que aparece esta foto recortada, a modo de collage (no aparecemos los citados antes), con el siguiente comentario manuscrito con la personalísima caligrafía de Joaquín: "los dos curas siniestros con gafas negras ¿no os recuerdan la célebre foto de la junta chilena, con Pinochet al frente?"

Clicad sobre las imágenes para verlas ampliadas




Joaquín Martínez Sabina

lunes, 2 de noviembre de 2009

HAIKUS DE OTOÑO


Papiroflexia
tu corazón retráctil
que se repliega


Vela encendida
la noche se hace eterna
si se derrite


Su voz susurra
mientras la gata mira
la dulce abeja


Navega el sol
con la brisa del alba
hacia el alfeizar


El estornino
amanece en el sauce
bajo una lágrima


Flor del recuerdo
abre la roja herida
de la nostalgia


De su racimo
se desprende una uva
dulce en tu boca


Lengua ignorada
se desliza en tu boca
sin la palabra


Luna en el agua
las ondas de una piedra
su luz expanden


Jugo de besos
exprimido en los labios
savia saliva


Las lagartijas
rubrican en las ramas
signos fugaces


Sangra la tarde
ya no espera la lluvia
tras los cristales


Alma de estrella
camino hacia su casa
donde me espera


Surte la fuente
agua que se divierte
con el silencio