miércoles, 29 de diciembre de 2010

Dime otra vez que no



Regálame esta noche, su cobijo de invierno;
las cuevas del insomnio donde a veces desciendo
con la luz que respiras
buscando el suave tacto protector del silencio.
Déjame que traduzca la historia de tu cuerpo
al idioma geométrico que aprendieron mis dedos
desnudos de palabras
para no despertarte más de lo necesario.
Dime otra vez que no, sin saber lo que dices,
antes de que amanezca.

                        ***


Miguel Cobo

lunes, 27 de diciembre de 2010

Cálculo elegíaco



Cuántos de los que he conocido

(si de verdad los he conocido)

hombres, mujeres

(si esta división sigue vigente),

han atravesado este umbral

(si esto es un umbral),

han cruzado este puente

(si se puede llamar puente).



Cuántos después de una vida más corta o más larga

(si para ellos en eso sigue habiendo alguna diferencia),

buena porque ha empezado,

mala porque ha acabado

(si no prefirieran decirlo al revés),

se han encontrado en la otra orilla

(si se han encontrado

y si la otra orilla existe).



No me es dado saber

cuál fue su destino

(ni siquiera si se trata de un solo destino,

y si es todavía destino).



Todo

(si con esta palabra no lo delimito)

ha terminado para ellos

(si no lo tienen por delante).



Cuántos han saltado del tiempo en marcha

y se pierden a lo lejos con una nostalgia cada vez

mayor.

(si merece la pena creer en perspectivas).



Cuántos

(si la pregunta tiene algún sentido,

si se puede llegar a la suma final

antes de que el que cuenta se cuente a sí mismo)

han caído en el más profundo de los sueños

(si no hay otro más profundo).



Hasta la vista.

Hasta mañana.

Hasta la próxima.

Ya no quieren

(si es que no quieren) repetirlo.

Condenados a un interminable

(si no es otro) silencio.

Ocupados sólo con aquello

(si es sólo con aquello)

a lo que los obliga la ausencia.



Wislawa Szymborska
De "Fin y principio" 1993

Versión de Abel A. Murcia

lunes, 20 de diciembre de 2010

Christmas


                                                   Van Gogh: “La Noche Estrellada”





La última noche que pasamos juntos,

lo preguntó:

-¿Cuántas estrellas tiene el cielo?

-Trescientas cincuenta mil.

-¿A que no?

-¿A que sí?



-Cállate. Esta noche

no quiero que preguntes esas cosas.

Esta noche, si quieres preguntar

cuántas estrellas tiene el cielo,

o cualquier otra cosa,

pregunta algo así como ¿me quieres?

¿tienes frío? ¿quién dice que tiene hambre?



Esta noche, pregunta algo que sea

contestado en el mundo sin palabras.

Interroga con toda tu sangre

algo en que toda la vida del mundo

esté preguntando,

algo así como ¿quién llora?

¿hace falta algo?



Y verás como todo hace falta

y sabrás cuántas estrellas tiene el cielo

cuando sepas que el cielo tiene una sola estrella

para cada momento,

porque con una que se pierda

dará un paso de sombra la luz del Universo.



Andrés Eloy Blanco
 

The Beatles - Good Night

martes, 14 de diciembre de 2010

Engaño es grande contemplar de suerte



Soneto XIII


Engaño es grande contemplar de suerte
toda la muerte como no venida,
pues lo que ya pasó de nuestra vida,
es no pequeña parte de la muerte.

Con excepción se dio, puesto que es fuerte,
de morir el vivir, mas ya vencida
no deja que temer, si prevenida
mientras vivimos, en morir se advierte.

Al que le aconteció nacer, le resta
morir; el intervalo, aunque pequeño,
hace la diferencia manifiesta.

La muerte, al fin de cuanto vive dueño,
está de dos imágenes compuesta:
el tiempo, antes de nacer, y el sueño.

Félix Lope de Vega y Carpio

(25 de noviembre de 1562 - 27 de agosto de 1635)



Reflexión ad futurum

Cuando por fin habían logrado el elixir de la eterna juventud y, por tanto, de la inmortalidad irreversible, lucharon tan denodada como inútilmente por inventar la pócima de la muerte.


jueves, 9 de diciembre de 2010

El río





                                                 
1

Yo soy un río,

voy bajando por

las piedras anchas,

voy bajando por

las rocas duras,

por el sendero

dibujado por el

viento.

Hay árboles a mi

alrededor sombreados

por la lluvia.

Yo soy un río,

bajo cada vez más

furiosamente,

más violentamente

bajo

cada vez que un

puente me refleja

en sus arcos.

2


Yo soy un río

un río

un río

cristalino en la

mañana.

A veces soy

tierno y

bondadoso. Me

deslizo suavemente

por los valles fértiles,

doy de beber miles de veces

al ganado, a la gente dócil.

Los niños se me acercan de

día,

y

de noche trémulos amantes

apoyan sus ojos en los míos,

y hunden sus brazos

en la oscura claridad

de mis aguas fantasmales.


3

Yo soy el río.

Pero a veces soy

bravo

y

fuerte

pero a veces

no respeto ni a

la vida ni a la

muerte.

Bajo por las

atropelladas cascadas,

bajo con furia y con

rencor,

golpeo contra las

piedras más y más,

las hago una

a una pedazos

interminables.

Los animales

huyen,

huyen huyendo

cuando me desbordo

por los campos,

cuando siembro de

piedras pequeñas las

laderas,

cuando

inundo

las casas y los pastos,

cuando

inundo

las puertas y sus

corazones,

los cuerpos y

sus

corazones.

4

Y es aquí cuando

más me precipito

Cuando puedo llegar

a

los corazones,

cuando puedo

cogerlos por la

sangre,

cuando puedo

mirarlos desde

adentro.

Y mi furia se

torna apacible,

y me vuelvo

árbol,

y me estanco

como un árbol,

y me silencio

como una piedra,

y callo como una

rosa sin espinas.


5

Yo soy un río.

Yo soy el río

eterno de la

dicha. Ya siento

las brisas cercanas,

ya siento el viento

en mis mejillas,

y mi viaje a través

de montes, ríos,

lagos y praderas

se torna inacabable.

6

Yo soy el río que viaja en las riberas,

árbol o piedra seca

Yo soy el río que viaja en las orillas,

puerta o corazón abierto

Yo soy el río que viaja por los pastos,

flor o rosa cortada

Yo soy el río que viaja por las calles,

tierra o cielo mojado

Yo soy el río que viaja por los montes,

roca o sal quemada

Yo soy el río que viaja por las casas,

mesa o silla colgada

Yo soy el río que viaja dentro de los hombres,

árbol fruta

rosa piedra

mesa corazón

corazón y puerta

retornados,


7

Yo soy el río que canta

al mediodía y a los

hombres,

que canta ante sus

tumbas,

el que vuelve su rostro

ante los cauces sagrados.

8

Yo soy el río anochecido.

Ya bajo por las hondas

quebradas,

por los ignotos pueblos

olvidados,

por las ciudades

atestadas de público

en las vitrinas.

Yo soy el río

ya voy por las praderas,

hay árboles a mi alrededor

cubiertos de palomas,

los árboles cantan con

el río,

los árboles cantan

con mi corazón de pájaro,

los ríos cantan con mis

brazos.

9

Llegará la hora

en que tendré que

desembocar en los

océanos,

que mezclar mis

aguas limpias con sus

aguas turbias,

que tendré que

silenciar mi canto

luminoso,

que tendré que acallar

mis gritos furiosos al

alba de todos los días,

que clarear mis ojos

con el mar.

El día llegará,

y en los mares inmensos

no veré más mis campos

fértiles,

no veré mis árboles

verdes,

mi viento cercano,

mi cielo claro,

mi lago oscuro,

mi sol,

mis nubes,

ni veré nada,

nada,

únicamente el

cielo azul,

inmenso,

y

todo se disolverá en

una llanura de agua,

en donde un canto o un poema más

sólo serán ríos pequeños que bajan,

ríos caudalosos que bajan a juntarse

en mis nuevas aguas luminosas,

en mis nuevas

aguas

apagadas.



Javier Heraud
Del poemario: "El Río". Lima. 1960.


miércoles, 1 de diciembre de 2010

El negro habla de los ríos




Conozco algunos ríos.
Conozco ríos tan antiguos como el mundo
y más viejos que las corrientes de sangre humana
en las venas de la Humanidad.
Mi alma se ha hecho profunda como los ríos.
Me bañé en el Eufrates cuando las Auroras eran jóvenes.
Construí mi choza cerca del Congo,
el cual arrulló mis sueños.
Contemplé el Nilo y construí sus pirámides.
Oí la canción del Mississippi cuando Abraham Lincoln
fue a Nueva Orleans,
y vi su corriente turbia volverse áurea en el crepúsculo.
Conozco algunos ríos.
Ríos antiguos y sombríos.
Mi alma se ha hecho tan profunda como ellos.



Langston Hughes