lunes, 19 de octubre de 2009

2 comentarios:

Miguel Cobo dijo...

Cuando la voz rota del cantaor es "capturada" por la trompeta de un negro genial, el alma cambia de estado. Pasa de sólido a gas, sin pasar por líquido:¡La sublimación!Qué más da que sea o no Semana Santa.

Anónimo dijo...

Sobre todo si la saeta se canta en Aranjuez, en plan concierto con Gil Evans.
Rigoletto