martes, 20 de octubre de 2009

Vía crucis


Al final del andén hay cuatro vías.
Camino por el borde hacia los trenes
varados que me esperan. No sé cuándo
saldrán y cruzo a ciegas. Voy
mirando vagones, impaciente. El vértigo
acelera mis latidos. Atisbo mi destino.

El tren que me transporta a mi pasado.
El tren que un día perdí y está en vía muerta.
El tren que cruza el túnel del deseo.
El tren que parte y nunca ha de volver.

Siento un escalofrío en plena médula.
La duda paraliza mi albedrío.
Los pies turban mis pasos. Hay una niebla
súbita que anega el corazón y la estación.
No hay viajeros. La soledad me agobia
mientras un ciego impulso me hace subir al tren
de la vía cuatro. Por la megafonía
anuncian la salida. Sube lenta mi alma
ligera de equipaje y sin billete.

***

Miguel Cobo Rosa

2 comentarios:

Capitán Clostridium dijo...

¡Impresionante! Así es la vida y el destino. Yo estoy a punto de tomar una decisión (gran decisión) si la CEJA me llama de una vez. La decisión, el tren, el barco. Los que van a cambiar mi vida.

Anónimo dijo...

Trenes, trenes, andenes y esaciones... la vieja metáfora de la vida como viaje en solitario. Impregnas de un aura poética hasta a la mismísima RENFE.
Rigoletto