martes, 23 de junio de 2009

Próxima a mí


Próxima a mí, tu soledad me abraza
tus dedos me dibujan, tu corazón me nombra
y tu nombre me escribe la primera palabra.
Ojos para soñarte al apagar la luz
del mismo día siempre. El paisaje
no es ya el del dulce septiembre,
tan nítido en sus límites cromáticos.
Ha cambiado el verdor
o tal vez sean los iris los que ya no perciben
el ámbito del ojo.
¿Ahora dónde estamos?
Tu soledad me abraza.
Los dos yacemos fríos sin nieve presentida,
nuestros labios tan juntos.
Ese gélido beso nos congela la voz
y el tibio corazón se hiela en la memoria
del eterno recuerdo,
porque un niño impreciso contempla ensimismado
nuestra fotografía una tarde de invierno
del futuro imperfecto.

3 comentarios:

Capitán Clostridium dijo...

...y tu nombre me escribe la primera palabra... ¿Qué palabra?
Muy triste este soneto. Habla de frío, de inviernos, de futuros imperfectos...

Miguel Cobo dijo...

Su propio nombre -el de ella- es la primera palabra en otra esfera donde el silencio no habría sido vulnerado por ninguna otra palabra antes. Amor más allá de la muerte (como en el soneto de Quevedo). Claro que es muy triste, pero expresa un sueño de trascendencia y la búsqueda de la belleza en el amor eterno. La única conexión con la realidad "actual" sería la de un niño, descendiente de los amantes, observando una de sus fotografías en un futuro que sería imperfecto, tanto en su conjugación como en la carencia de perfección que implica ya la no existencia. Pero hago mal en explicar la poesía, cuyo arcano misterio es inescrutable hasta para su propio autor.

Capitán Clostridium dijo...

Sí, salvo algún que otro despiste, he captado la esencia. Me he dado cuenta que con los años, ando muy desorientado en temas poéticos. Leer su blog, espero que me ponga al día. Gracias por explicar, lo que no se debe.