jueves, 18 de junio de 2009

MEA CULPA


Reducido en su cúpula
el aire traza un círculo
y se cierra
en la esfera de piedra
que descuelga una lámpara de lágrimas.
La vidriera clausura
la luz desvencijada que destila el crepúsculo.
El coro en la penumbra tamizada
dicta un preludio mudo
al silencio del órgano.
Desde la sillería
la oración del diácono conmueve las columnas
de la nave central
que cruza un hombre arrepentido
y solo.

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