Dime, ¿podrán tus aguas, río,
arrastrar mis lentas lágrimas?
¡Ay dolor que con tus besos vino!
Ansiedad que mi alma enajena,
arrastrar mis lentas lágrimas?
¡Ay dolor que con tus besos vino!
Ansiedad que mi alma enajena,
tristeza desde la ribera.
Me desvelo por el adiós ingrato;
porque se fue mi amor río abajo,
ya siempre miro el agua sin descanso.
¿Quién tus aguas nocturnas navega,
que la pena
de mi mal no se lleva?
Me desvelo por el adiós ingrato;
porque se fue mi amor río abajo,
ya siempre miro el agua sin descanso.
¿Quién tus aguas nocturnas navega,
que la pena
de mi mal no se lleva?
2 comentarios:
Que el río, puro, limpie las tristezas y devuelva aquello que se fue río abajo, aunque sea a través de la lluvia.
Preciosa jarcha. Toda sensibilidad. Yo estoy dándole vueltas a un relato que me sugirió Córdoba. Algo muy judío y eso. Una última cosa: se me quedó corto el café-paseo, lleno de temas que se sobreponían.
Rigoletto
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