miércoles, 16 de noviembre de 2011

Expresiones algebraicas



Había resuelto matemáticamente todos los problemas


(los suyos y los del planeta).


Había obtenido la raíz cúbica del hambre,


el logaritmo en base diez de la soledad.


El seno de Carmen y el coseno de Eva.


Había elevado a la enésima potencia los orgasmos


y reducido a la mínima expresión el odio contenido en la memoria.


Había sumado miradas


y aplicado la propiedad conmutativa


a las condenas a cadena perpetua y a la silla eléctrica.


Había hallado la derivada de una lágrima y la integral de un beso.


Había calculado infinitesimalmente los largos días


y las frías noches.


Hallado el área de los sueños, el volumen del amor


y la superficie de los círculos viciosos.


Había cribado –cual un nuevo Eratóstenes- del cero al infinito


el alfa y el omega, la náusea y la caricia, el ser y la nada.


Mas nunca logró resolver


(por más que lo intentara su algebraico cerebro)


lo más elemental:


Por qué un hombre sin rostro deambula errático,


a la hora de las sombras, revolviendo basuras.


Por qué la sangre desborda las arterias,


se vierte y se divierte con balas y cuchillos de letal terciopelo


y agujas imanadas de intravenoso celo.


Por qué se duerme un niño para siempre “en la cuna del hambre”.


Por qué el subsuelo se nutre de mineros.


Por qué el río se detiene al lado de un suicida


Por qué un negro puede morir entre algodón sin que tiemblen


las manos de Picasso


(por qué suenan sirenas en el Mississippi).


Por qué la noche corre tras las nubes como en West side story


y el viento se evapora y arrastra las esporas del silencio y del miedo.


Por qué los tigres y por qué los antílopes.


Por qué la música, por qué la palabra…


Por qué ella se fue aquella tarde tibia (tras vestirse despacio)


bajo la lluvia atlántica


y se perdió en las calles de una ciudad cualquiera.


Sonaba la trompeta de Miles Davis 



                                


       
Miguel Cobo

(Imagen: flavionet.com)

                                        ***

11 comentarios:

emilio calvo de mora dijo...

Ya no soy de letras. Científico, algebraico, cartesiano, heme aquí en mi nuevo traje logarítmico. Cáspita, que diría el Capitán Trueno, qué inmersión matemática a estas horas de mi letraherida vida. Un abrazo.

A.Torrante dijo...

Si algunas veces las letras me confunden, con el álgebra te podés imaginar. Pero mi humilde contribución proviene de don Plas Pascal: "el corazón tiene razones que la razón no entiende".
No se puede medir, calcular o controlar ni el amor, el odio, la pasión o la locura.
Y sin ellos el hombre no sería hombre. ¿Qué le vamos a hacer don Miguel? A joderse o acostumbrarse. Pongase otro temita de Miles...

Alberto Granados dijo...

Miguel, es que la vida no nos permite nunca irnos por la tangente y no nos queda otra que buscarr la felicidad desde el lado de la desgracia, como una simetría de los ángeles.

Te envío la proyección ortogonal de un abrazo.

AG

Miguel Cobo dijo...

Emilio, uno hunde sus raíces cuadradas en la trigonometría de los senos.

***

Ato, creo que nuestros corazones son más de química que de álgebra. Aun así, todo lenguaje -incluido el matemático- es poético.

Un abrazo, amigo (y llámame Miguel, "s'il te plaît").

***

Alberto, hemos entrado en una espiral que nos iguala en nuestro factor común: la coetaneidad.

Abrazo concéntrico.

Marián dijo...

Creo humildemente que cuando el lenguaje de las matemáticas se aplica a la esencia de la poesía no procede el pensamiento concreto...pero sí pasa por el filtro del idioma y sus reglas...otra cosa es que el idioma poético dé cuenta de las grietas de la realidad (como los sueños) mediante metáforas en éste caso tan acertadas. Gracias y un beso, y también por la música.

mjm dijo...

"Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras: Los astros y los hombres vuelven cíclicamente... (dice Borges)
los buenos amigos y los mejores poemas también.
Este problema sin resolver me sigue pareciendo tan bello y perfecto como cuando lo leí por primera vez, desde entonces lo guardo.

Un beso

Isabel Barceló Chico dijo...

He quedado impactada por este poema, miguel. Me parece buenísimo, lleno de emoción y de mirada humana (en el mejor sentido de la palabra humana), con esas preguntas para las que no hallamos fácil respuesta cuando no las hacemos, preguntas universales que se resumen en una: por qué he perdido el amor. Es el poema que más me ha gustado de todos los que te he leído. Enhorabuena.
Un abrazo.

Juan Herrezuelo dijo...

Las cuentas de la admiración vienen a ser éstas: una primera lectura para asombrarse exponencialmente con tu ingenio, una segunda para conmoverse con el contenido inspiradísimo de tus versos y cientos para disfrutarlos una y otra vez. Geometría de la perfección, aritmética emocionante del compromiso social y poético… Y esa nana del otro Miguel que en ese preciso verso siempre –siempre- me trae a los ojos algo así como una cebolla recién cortada por la mitad.
Un poema absolutamente maravilloso.

XuanRata dijo...

Las matemáticas buscan las mismas respuestas que la poesía, solo cambian las formas, pero el afán de búsqueda y el miedo al vacío, o a esa forma de vacío llamada soledad, son los mismos.

Gracias por tus palabras, Miguel. Ahora que siga Miles.

Miguel Cobo dijo...

Marián, tu reflexión analítico-lingüística (si se nos permite la expresión) nos lleva a indagar en los orígenes del lenguaje, a la genealogía del signo. ¿Fue
primero abstracto, arbitrario? Fue un signo concreto, numérico, contable? ¿Acaso lo fue mágico, simbólico; es decir, poético? Me inclino por la tercera opción.
Muchas gracias a ti por multiplicar la base por la altura del poema.

***

María José, tú la más cartesiana sensibilidad poética que conozco, parabólica y elíptica en la dimensión más polisémica de esos términos,comprenderás cuál es el sentido de la actualización y replanteamiento del problema cuando leas los comentarios que lo acompañan. Una reedición que nos permite actualizarlo con la sinuosa trompeta de Miles Davis. Te esperaba muy especialmente en esta entrada y te agradezco doblemente tu comentario.
Besos . Nos vemos pronto.

***

Isabel, son muy emocionantes tus palabras y me alegra mucho que te haya gustado. Quizá las respuestas a tantas preguntas y a la esencial y definitiva de la pérdida que genera las otras estén en el viento, como cantaba Bob Dylan. O en la trompeta de Miles Davis, como apuntaba antes.
Gracias, amiga generosa y sensible. Besos.

***

Juan, sigo echando cuentas -y ahora cuento con los dedos- para sumar tus palabras imprescindibles en este cómputo elemental de amigos incondicionales.
Os revelaré un secreto (a voces). Hace muchos años que escribí este poema, cuando aún no existían los blogs, ni Internet, ni siquiera los oredenadores personales. ¿Y sabéis cuál fue la descabellada ocurrencia que me asaltó para darlo a conocer, siendo como era -aún en cierta medida lo soy- un poeta anónimo? Enviarlo a la sección de "Cartas al Director" del Diario Córdoba. ¡Y lo publicaron!

Un abrazo, admirado amigo.

***


Xuan, tú que sabes fotografiar con las palabras hasta el alma de las cosas, conoces como nadie que no es en absoluto cierto que una imagen vale más que cien palabras. La palabra misma es pura imagen como elemento esencial de la metáfora; es decir del lenguaje poético. Gracias a ti y nos quedamos todos con Davis, con Armstrong, con Baker...Con cualquier desgarro de trompeta.
Un abrazo.

Ramón Besonías dijo...

Preguntas sin respuesta,
respuestas sin una pregunta.
La vida se teje con un álgebra díscolo.