viernes, 23 de abril de 2010

Objetos cotidianos



Objetos cotidianos
estratégicamente ubicados
conspiran contra la previsible soledad
tras la ventana
una tarde de abril meteorológica
(o simplemente lógica o acaso meteórica).

Objetos de nombre perdido u olvidado
cargados de canciones
vagamente esparcidos al oxígeno putrefacto.

El gallo portugués
callado para siempre en el estante junto al libro de Joyce
exiliado también
como el fado nocturno de lejano recuerdo
a orillas del Atlántico.

2 comentarios:

maria fernanda ferre alvarez dijo...

Miguel,los objetos nos hablan;pregúntale a Juanjo Millás.Me gusta tu poema.

Alberto Granados dijo...

Muy bonito. Ese misterio de los objetos que te acompañan y poco a poco se convierten en un órgano más de tu conciencia...
Alberto