martes, 28 de junio de 2011

Decantación de la ciudad en el río (Acrósticos)


I

Catarsis de la luz y de la sombra
Ordenadas en sobria arquitectura.
Redimes a tus torres de su altura
Descendiendo del cielo que te nombra.
Odaliscas desvelan tu hermosura
Bailando con cimbreos de palmeras
Agitando la luna en sus caderas



II


Ciudad que nos habitas
Origen de los hijos que engendré
Río abajo en sus orillas
Dédalo de tus calles donde se pierde el tiempo
Olvidado por viajeros errantes
Buscadores de pasos seculares
Andados sobre alfombras de silencio



III


Cera en abril
Orden penitencial
Rescatado Jesús
Desciende nazareno
Oliendo incienso
Bálsamo para el alma
Arrepentida




IV


Casida de la princesa
Omeya.
Rumor de amor
Desmesurado.
Oro y plata;
Belleza tras el velo:
Azahara desnuda.



V


Cal
Olvido
Río
Duda
Ostracismo
Belleza
Agua

              ***

Miguel Cobo Rosa

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gustaron lo suficiente como para ponerelos en uno de los primeros "cuaversos de bitácora", cuando surgió aquella idea de dedicar los miércoles a la poesía.
Hoy quiero que quede constancia de la reacción entusiasta de los que por entonces eran mis seguuidores, hoy casi todos desaparecidos de mi blog:

http://blogs.ideal.es/rigolettobloguero/2009/5/12/cuaversos-bitacora-riografia-miguel-cobo-rosa-ii-

Un abrazo,


AG

Miguel Cobo dijo...

Bien traído este recuerdo. Mi agradecimiento permanece intacto.
Lástima que el motivo de su reedición hoy haya resultado tan frustrante. La decantación en el último verso:

Agua


Un abrazo

Miguel Cobo dijo...

¿Córdoba 2016?...

¡Córdoba eterna!

Ramón Besonías dijo...

Al final se lo llevó San Sebastián. Todo un reto, mostrar una ciudad abierta con un gobierno de salvapatrias. Emocionante.

Lo bueno de que Córdoba se haya librado de la capitalidad cultural es que tendréis menos obras oúblicas que soportar y se podrá visitar sin tanto turisteo.

Como ya os dije, queda prometida una visita a vuestra tierra.

Juan Herrezuelo dijo...

Eterna más allá de efímeras capitalidades, nunca lejana ni sola; y catarsis, y dédalo del tiempo, y cal -y canto-, y río, y belleza, y agua, pero nunca, nunca, olvido ni duda. Quien la probó, lo sabe. Un abrazo.