jueves, 2 de junio de 2011

Oblivion versus Tango triste










Podría haber sido el mar,
pero sólo era el tiempo: su oleaje
de dudas y silencio.

La luna deshilaba mientras tanto
su luz
inyectando en las venas del olvido
desvelos melancólicos de violines perdidos
en un salón decrépito donde danzan las sombras
de aquellos que vivieron
su juventud dorada adherida en su abrazo
al hermoso dolor que subraya el piano en el preludio.

Un puñal de nostalgia
con su acero afilado abre una fina brecha en la piel delicada
del labio despegado
del beso que fue eterno

-¿Bailamos otra vez?




Miguel Cobo

Variaciones sobre el tema central de la película “La mejor juventud”
( Oblivion de Astor Piazzolla)


                           ***

12 comentarios:

Alberto Granados dijo...

Sencillamente, mágico. No digo más, Miguel. Sólo que tangos como este hacen que la vida merezca ser bailada.

AG

Anónimo dijo...

Sublime, Miguel. (A. Monterroso)

Emilio Calvo de Mora dijo...

Tengo discos para montar una emisora de radio, pero no conozco a Piazzolla. Un crimen? Lo solvento hoy mismo.
En lo demás, genial el texto.

Miguel Cobo dijo...

Alberto, el poema fue sugerido directamente por el tema de Piazzolla. Una excelente amiga, María Jiménez Aguilar, me envió la "postal" musical y añadió que una música tan sublime bien podría inspirar un poema. Al instante obtuvo mi respuesta.

Un abrazo.

***


Antonio, cuando desperté vi que Monterroso por fin estaba aquí. No miento si te digo que llevaba mucho tiempo esperándote. Por tanto, tu comentario me produce una gran -y doble- alegría.

Abrazo fuerte y multifamiliar.

***

Emilio, Piazzolla tiene el sello de la melancolía existencial del tango, culto y popular al tiempo. Y el desgarro fino del bandoneón.
Búscale un hueco en tu discoteca y en tu alma.

Un abrazo, joven amigo-enciclopedia-universal.

mjm dijo...

Conocí este poema en tu voz una mágica noche de abril y hoy con el paso del tiempo me parece aún más bello.
Ni Eric Satie hubiera compuesto mejor la música que lo acampaña.

Nota: El director de orquesta parece primo hermano de Serrat.
Besos para el autor del poema.

Miguel Cobo dijo...

María José, cómo recuerdo aquella noche de abril entre amigos. En cierto modo fue "mi primera vez".

Gracias por tus palabras y por revivirla.

Irene Bebop dijo...

Ese Oblivion me ha llevado a recordar una canción que tenía olvidada y que, ya que estamos, comparto contigo, aún a sabiendas de que muy posiblemente no sea de tu estilo... :P
http://www.youtube.com/watch?v=KV0H39xQZHU

Podría haber sido el mar, pero fueron los ríos.
Bailar siempre.

Un beso, Miguel.

Joaquín Pérez Azaústre dijo...

Maravilloso poema, de una sutileza bajo un vientre de humo.

Un abrazo amigo. Cuánto tiempo!

Miguel Cobo dijo...

Irene, al igual que hay "música de padres" (como tú decías), los padres somos muy permeables a la "música de hijos". Escucho tu propuesta como un regalo.¡Gracias!
Un beso.

***

Joaquín, bienvenido otra vez a estas orillas. Que este humo no te ciegue los ojos, como en la canción, y vuelvas siempre con tu lúcida y generosa mirada.
Gracias, amigo.

Un abrazo.

Marisa dijo...

Sublime, Miguel. Versos y notas se hermanan de una forma que estremece.
Podría haber sido el mar pero es ese tiempo que abre heridas con el puñal de la nostalgia.
Enhorabuena por conseguir este estallido emocional en tu entrada.

Un abrazo de tango triste.

Juan Herrezuelo dijo...

Querido Miguel: recibo aviso de una nueva entrada en tu espacio, pero no logro acceder a ella: espero saber algún día de ese primer atún de Ulises.
De manera que recorro nuevamente este tango, danzo con la luz de sus versos, de puntillas sobre las teclas del piano, meciéndome entre el violín y la confidencia melancólica del bandoneón.
Qué lindo, che.
Un saludo.

Miguel Cobo dijo...

Marisa, una de las claves de mi poética se halla en ese tan denodado como casi infructuoso intento de traducir la música a palabras. A veces casi lo rozo con los dedos y mis generosos lectores -tal es tu caso- hacen el resto.
Un beso de arrabal.


***


Juan, te pido excusas. Traté, torpemente, de enlazar un poema del blog de mi hijo "El primer atún de Ulises" y apareció por defecto -y nunca mejor dicho- el icono de su entrada
en el mío. Pero, en fin, al menos ha servido para que bailes un tango "a contraluz".

Un abrazo