lunes, 13 de septiembre de 2010

Bajo el puente (II)






Meditaciones  del vagabundo



I

Agua para guardar la luna entera,
río para llevarla tras la noche,
rumor para esparcirla en sus orillas
donde copulan ebrias dulces fieras.


II

Recuerda, levedad, mi espejo de narciso.
Regrese hacia su rostro la imagen reflejada;
esa imagen sin sombras de suicidio
que al alba sucumbió desdibujada.


III

En el fondo del tiempo turbulento
deslízase la lengua del ahogado.
Adherida a su carne una palabra:
La que nunca había pronunciado.


IV

La humedad de la tierra desterrada
por la erosión del turbio cauce lento
desmorona semillas de misterio
que alimentan libélulas de plata.


V

Salta sobre la roca un pez dorado
que en  corveta irisada se dibuja
fugaz metal de estrella y se sumerge
esquivando el anzuelo enamorado.


VI

Límite de ribera que es el junco,
dedo del viento al cielo tembloroso
cimbreándose en la líquida cintura
del agua sensual que lo enarbola.


VII

Canto rodado desde el agua pura,
en ti mi voz se vierte y se convierte.
Rolling stone sureño, rock del río,
ronco recuerdo del rincón umbrío.


VIII

Fluye continua la vital corriente
fugitiva del tiempo caudaloso.
Sobrenado tu parda supeficie
como una triste sombra a la deriva.


IX

No sé beber de tu agua como un ciervo
aunque la sed me empuje hacia tu fuente.
Con desesperación de náufrago irredento
me repliego en mi boca sin tu beso.


X

Retorno al manantial desde su origen
destejiendo tus hilos en las rocas.
Allí nacen los nombres de los ríos
con el fluvial oxímoron de Heráclito.

***

Miguel Cobo Rosa




 Imagen: Galería de Amarth_ en Flickr

1 comentario:

Alberto Granados dijo...

Me recuerda mucho la poesía de Miguel Cobo, entre otros. También la de Gerardo Diego, pero menos. Genial, maestro.