¿Por qué, Cristo yacente,
este jueves de abril
cruzas el puente?
Y ese sudario añil
y el sudor de tu frente…
¿Qué dolor
se genera en la garganta
de este Cristo gitano
cantando una saeta?
*Variaciones sobre el tema del mismo título de Miles Davis
miércoles, 31 de marzo de 2010
lunes, 29 de marzo de 2010
Erovisión

I
Cuando aparezcan
Trata de asirlas, poeta,
aunque no consigas retenerlas,
esas visiones eróticas.
Sitúalas, veladas, en tus versos.
Trata de asirlas, poeta,
cuando aparezcan en tu cerebro
a medianoche, o en el brillo del mediodía
Konstantinos Kavafis
II
Cada mañana de aquel verano
ella yacía, casi desnuda,
en la arena.
El sol la contemplaba
con su ojo de fuego
y doraba su cuerpo a él entregado.
Por la noche
su sexo tenía sabor a mar.
Miguel Cobo.
Imagen:"Desnudo en la playa" P.Picasso (1929)
miércoles, 24 de marzo de 2010
Futuro imperfecto

Junto al cementerio hay un humilde parque
con fanales de plástico
a fin de resistir los impactos de piedra
de los ángeles caídos del suburbio.
Los raquíticos árboles sin futuro de sombra
y troncos anoréxicos
ofrecen su corteza, sus mutiladas ramas,
a las dulces navajas que graban corazones
con nombres de dudosa ortografía.
Son árboles etílicos, regados con litronas
y con semen urgente envasado en condones
rebozados de tierra.
Alguna jeringuilla, matizada de sangre,
escribe un duro signo sobre el lecho de hierba.
Una hilera de hormigas lo arrastra entre las piernas
de estos adolescentes que sueñan sobre un banco
un futuro sin sueños.
Imagen:"El barón de los árboles" de Yen Ting Chung
domingo, 21 de marzo de 2010
Ríos principales

Para Serrat
A través de un paisaje recio del profundo Aragón, por la carretera que va de Teruel a Zaragoza, por Utrillas y Hoz de la Vieja, llegué al antiguo pueblo de Belchite, que conserva intactas todavía las ruinas de la Guerra Civil. Los espectros de las iglesias bombardeadas y las calles cegadas por los escombros han quedado como testimonio de aquel encarnizado horror. En este viaje tuve que hablar de literatura a alumnos de secundaria entre la algarabía de unas aulas de instituto llenas de adolescentes cuyas hormonas se hallaban disueltas en el aire de una primavera explosiva. Probablemente todos ignoraban la tragedia que sufrieron sus antepasados sobre aquella tierra adusta. Yo mismo, en lugar de hablarles de héroes de ficción, pude haberles contado una historia real. Belchite fue tomado por los dos bandos de la Guerra Civil, ganado y perdido tabique a tabique con la bayoneta desnuda. Poco antes de iniciarse la última batalla, unos padres mandaron a su hija, una niña llamada Ángeles, que fuera a decirles a sus tíos que estaban entrando en el pueblo los nacionales, pero cuando llegó a casa de sus tíos, los nacionales ya los habían fusilado, a ellos y a otros parientes. La niña volvió a su casa y se encontró con que sus padres también habían sido asesinados. Viéndose sola con toda su familia exterminada comenzó a correr bajo el fuego, dejó el pueblo atrás, atravesó la llanura, se perdió por los montes y no cesó de caminar junto a los bruñidos raíles del tren hasta llegar a Barcelona. Años después esta adolescente se casó con un anarquista catalán represaliado, que se llamaba Josep Serrat; la pareja vivió en el Poble Sec entre gente vencida y allí les nació un niño, que con el tiempo sería un insigne artista muy famoso. Joan Manuel Serrat acaba de crear unas canciones sobre versos de Miguel Hernández, otro ser inocente, muerto en una cárcel franquista, aplastado por el fanatismo de un tiempo atroz. Pude haberles contado a aquellos alumnos de literatura que sobre las ruinas descarnadas del viejo Belchite la primavera estaba depositando algunas flores sencillas, del mismo modo que han germinado en la voz de Serrat muchas palabras de amor desde el terror de aquella niña que huyó de la sangre y llegó al mar a través de una tierra muy dura.
MANUEL VICENT - EL PAÍS : 21/03/2010
A través de un paisaje recio del profundo Aragón, por la carretera que va de Teruel a Zaragoza, por Utrillas y Hoz de la Vieja, llegué al antiguo pueblo de Belchite, que conserva intactas todavía las ruinas de la Guerra Civil. Los espectros de las iglesias bombardeadas y las calles cegadas por los escombros han quedado como testimonio de aquel encarnizado horror. En este viaje tuve que hablar de literatura a alumnos de secundaria entre la algarabía de unas aulas de instituto llenas de adolescentes cuyas hormonas se hallaban disueltas en el aire de una primavera explosiva. Probablemente todos ignoraban la tragedia que sufrieron sus antepasados sobre aquella tierra adusta. Yo mismo, en lugar de hablarles de héroes de ficción, pude haberles contado una historia real. Belchite fue tomado por los dos bandos de la Guerra Civil, ganado y perdido tabique a tabique con la bayoneta desnuda. Poco antes de iniciarse la última batalla, unos padres mandaron a su hija, una niña llamada Ángeles, que fuera a decirles a sus tíos que estaban entrando en el pueblo los nacionales, pero cuando llegó a casa de sus tíos, los nacionales ya los habían fusilado, a ellos y a otros parientes. La niña volvió a su casa y se encontró con que sus padres también habían sido asesinados. Viéndose sola con toda su familia exterminada comenzó a correr bajo el fuego, dejó el pueblo atrás, atravesó la llanura, se perdió por los montes y no cesó de caminar junto a los bruñidos raíles del tren hasta llegar a Barcelona. Años después esta adolescente se casó con un anarquista catalán represaliado, que se llamaba Josep Serrat; la pareja vivió en el Poble Sec entre gente vencida y allí les nació un niño, que con el tiempo sería un insigne artista muy famoso. Joan Manuel Serrat acaba de crear unas canciones sobre versos de Miguel Hernández, otro ser inocente, muerto en una cárcel franquista, aplastado por el fanatismo de un tiempo atroz. Pude haberles contado a aquellos alumnos de literatura que sobre las ruinas descarnadas del viejo Belchite la primavera estaba depositando algunas flores sencillas, del mismo modo que han germinado en la voz de Serrat muchas palabras de amor desde el terror de aquella niña que huyó de la sangre y llegó al mar a través de una tierra muy dura.
MANUEL VICENT - EL PAÍS : 21/03/2010
IMAGEN
miércoles, 17 de marzo de 2010
El zahir

El zahir de tus ojos
me arrebató los sueños,
la memoria del tiempo,
los nombres de las cosas.
Una sola mirada
me desnudó de aromas;
arrancó cromatismos irisados
de mis pupilas infantiles,
me despojó del tibio tacto
e inundó mi cerebro
con su luz universo cegadora
tu desnuda presencia.
La música del mundo fue tu voz
y ya jamás recordé las melodías
que posan la nostalgia imprescindible.
Imagen: NASA
viernes, 12 de marzo de 2010
MIGUEL DELIBES: In memoriam

“Eran apenas las cinco de la mañana pero un incierto resplandor lechoso anunciaba el día por debajo de los tejados. A la cabeza de la procesión, a caballo, portado por el fiscal del reino, flameaba el estandarte de la Inquisición, con el blasón de Santo Domingo bordado, seguido por los reos reconciliados, con cirios en las manos y sambenitos con el aspa de San Andrés. Y, tras ellos, los dominicos portando la enseña carmesí del Pontificado y la cruz enlutada de la iglesia del Salvador, precedían a los reos relajados, destinados a la hoguera, con sambenitos de demonios y llamas y corozas decoradas con los mismos motivos. Mezclados con ellos, con atuendos semejantes, atados a altas pértigas, desfilaban los muñecos de los condenados en efigie, burlescas reproducciones de sus modelos, uno de ellos representando a doña Leonor de Vivero, cuyo ataúd, con el cuerpo desenterrado y llevado a hombros en la procesión por cuatro familiares, sería también arrojado al fuego.”
Miguel Delibes: In memoriam. (Fragmento de “El hereje” (pág. 402). Edición del Círculo de Lectores. Barcelona ,1999
Miguel Delibes: In memoriam. (Fragmento de “El hereje” (pág. 402). Edición del Círculo de Lectores. Barcelona ,1999
Imagen: El recién nacido de Georges de La Tour
miércoles, 10 de marzo de 2010
TRISTE EQUIPAJE

Distingo alguien extraño que se dirige al tren.
Veo destellos de rabia en su turbia mirada
de otros ojos distintos, de lunas desprendidas
que alumbran los andenes de la misma estación.
Hay un triste equipaje olvidado en consigna.
Nota cómo se acercan los fantasmas del odio.
Suben al tren. Se sientan. Ahora los contempla.
Esgrime una palabra que disuelve el silencio
y abre el alma en un grito que estalla en la estación.
Las sirenas acuden. Aúllan su impotencia
y cruzan impacientes las calles de Madrid.
***
Miguel Cobo Rosa
Imagen: Úrculo
Tiburones
domingo, 7 de marzo de 2010
En clave de la(Soneto en femenino)
La paz, la risa, el agua, la alegría
La libertad, la luna, la nobleza
Las estrellas, la vida, la belleza
La ilusión, la verdad, la compañía.
La suerte, la amistad, la luz del día
La fe, la confianza , la entereza
La pasión, la caricia, la certeza
La voz, la inspiración, la melodía.
Femenina, mujer, amiga, novia
Abuela, hermana, madre, compañera
Ana, Laura, Beatriz, Carmen, Julieta
Dulcinea, Leonor, Doris, Zenobia...
Palabra que florece en primavera
En la rama del árbol del poeta.
8 de Marzo: Día de la mujer trabajadora
(Fotografía : Carmen, mi mujer)
martes, 2 de marzo de 2010
Ansiedad

En la orfandad del fin de las tardes de marzo
se respira tristeza
mezclada con oxígeno y otros gases innobles
que atraviesan las dudas de crepúsculos grises.
Noticias de catástrofes lejanas en la radio de fondo.
A veces el recuerdo de un rostro familiar
que ya no está o dice adiós muy lentamente.
La vida que transcurre rutinaria y monótona
ajena el sufrimiento de los otros.
La herida insolidaria del olvido que reabre una canción inesperada
en la emisión de tarde.
El dolor inconcreto que marca en los viandantes
un rictus abatido que denota una pérdida.
La cajera del súper no puede con su alma:
-Tres euros con cuarenta.
Dos kilos de naranjas y una tarde de invierno
Miguel Cobo
Foto: Lo que dura un beso, de Alberto García Alix
se respira tristeza
mezclada con oxígeno y otros gases innobles
que atraviesan las dudas de crepúsculos grises.
Noticias de catástrofes lejanas en la radio de fondo.
A veces el recuerdo de un rostro familiar
que ya no está o dice adiós muy lentamente.
La vida que transcurre rutinaria y monótona
ajena el sufrimiento de los otros.
La herida insolidaria del olvido que reabre una canción inesperada
en la emisión de tarde.
El dolor inconcreto que marca en los viandantes
un rictus abatido que denota una pérdida.
La cajera del súper no puede con su alma:
-Tres euros con cuarenta.
Dos kilos de naranjas y una tarde de invierno
Miguel Cobo
Foto: Lo que dura un beso, de Alberto García Alix
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