
Fotografía: Juan S. Villar Lara
A dos leguas de Úbeda, la Torre
de Pero Gil, bajo este limpio cielo
bello pueblo de España. El tiempo lo ha cambiado,
pues no en vano transcurrieron cien años.
Allá, las dos torres se alzan
con su doble mensaje de historia y de recuerdos.
En la plaza, sus hombres, sus mujeres,
la ilusión y el progreso de su animosa gente.
Llegamos a la ermita de la Misericordia,
que hace honor a su nombre, arraigada en el alma
de esta bendita tierra. Hoy sus muros de piedra
se yerguen hacia el cielo sobre un suelo más firme.
Esta casa de Dios guarda dentro un silencio
y una emoción profunda que responde al poeta
y a cuantos lo leímos con dolor y tristeza,
mas sin resentimiento:
“Hermanos –parece que nos dice-
rezad o meditad, según vuestras creencias. Entrad
sin más requisitoria que quererlo: La libertad os guíe.”
Fuera bulle la vida, pujante y laboriosa:
Ir y venir de jóvenes y viejos que trabajan, que sueñan, que recuerdan…
Los campos son ubérrimos, nada cambió al respecto.
Nosotros, los del pueblo, miramos al futuro
con ánimo resuelto,
con la cabeza alta,
con la mirada limpia,
con la palabra justa,
con nuestra mano abierta,
con nuestro pensamiento
madurado en un siglo desde el pasado efímero.
¡Callad, cañones de Von Kluck!
Aquí, la paz ya reina. Fructificó la lucha:
La dignidad es nuestra.
Miguel Cobo Rosa
Cien años después de Los Olivos II (Antonio Machado)
***