jueves, 5 de mayo de 2011

Canción del río Hudson



El río es la ciudad.

Digiere la inmundicia

lenta de los desagües y devora los humos

que se restriegan por su lomo en las madrugadas

de mercurio.

Barcazas con bidones

apilados y oscuros desbaratan

el trazo de las luces sobre el cauce.

Barcazas con enormes cubos

de desperdicios surcan las imágenes

de los enormes cubos del desorden.

Barcazas con las luces encendidas

y turistas borrachos, paquebotes

que dejan un sabor a gasoil en el aire,

lanchas y urcas con focos que disparan

su brillo a la madera calcinada

del agua.

Todo lo digiere, prieto

como la noche; todo lo dibuja

en su pizarra.

Y si algo estorba

o deshace el idilio que desde la avenida

miran ensimismados los amantes,

se besan, y ya nadie mira el río.

El río es la ciudad.

***


José Ángel Cilleruelo
                                              

A mi amigo Emilio Calvo de Mora, siempre atento a la red hidrográfica.

7 comentarios:

Ramón Besonías dijo...

Recuerda en tema y tono a "Poeta en Nueva York". Ambos poetas no tuvieron buena impresión de la ciudad (o por lo menos del puerto).

No he ido aún a Nueva York. Un viaje pendiente. Cuando vuelva, os cuento.

Emilio Calvo de Mora dijo...

Sí, me gustó por eso si cabe más.
Me encanta Poeta en Nueva York. Me puede llegar a cansar, su abuso. En lo demás, en el regreso, es uno de mis libros favoritos. De poesía o casi de cualquier otra cosa. Lorca se empapó de Hudson y de sangre de pato, de cristos de barro y de negros con swing.
No he ido a Nueva York. Un viaje pendiente. Cuando vuelva, os cuento. Ah, eso lo escribió Ramón. Pues subscribo. Palabra por palabra.
Poeta en la Subbética.
No tenemos Hudson, pero las ganas lo inventan sin merma visible.

Alberto Granados dijo...

Preciosa visión nocturna del río urbano. Es lo tuyo y no te puedes sustraer.

No conocía a este poeta.

AG

XuanRata dijo...

Hay poemas, como este, que son como un billete de avión sin el engorro de los aeropuertos.

Miguel Cobo dijo...

Amigos, hay poemas italianizantes, de metro cuidado y fondo de clavicordio o laúd. Están bien, son nuestros clásicos. Pero yo prefiero estos calculadamente desafinados, como el clarinete de Rapsodia en blue: "...el clarinete suena ahora(...)con alarido de sirena de ambulancia (...)suena hermoso y terrible" (José Hierro).

Creo que uno de mis poemas de trenes le da un cierto aire, ¿no, Alberto?:

http://riografia.blogspot.com/2009/09/viaje.html

Isabel Barceló Chico dijo...

Bellísimo poema, imágenes impactantes espejo de la vida, de ese detritus en que parecen haberse convertido las ciudades o no, pues siempre ha habido basura humana en ellas. Leyéndolo, recordaba que al hijo del papa Alejandro VI, el duque de Gandia,lo asesinaron y lo tiraron al Tíber justo allí donde se arrojaban las basuras de la ciudad, añadiendo a su padre ese dolor de ser tratado como escoria. Nos consuela saber que, sólo con un beso, deja de verse la porquería.

Creo que has hecho maravillosamente bien tu papel de Somnus y espero que lo completes y que reaparezcas... Un abrazo muy fuerte.

Marisa dijo...

Me ha gustado que seas tú quien me presentes a José Ángel Cilleruelo. La composición no tiene desperdicio, y si lo tiene, está bien oculto en el río Hudson. Coincido con Ramón en que tiene resonancias con "Poeta en Nueva York", con ese surrealismo lorquiano que adoro y al que me rindo. En relación con lo que acabo de comentar, la metáfora que hace Cilleruelo de "las madrugadas de mercurio" del río Hudson (espléndida imagen) estaría en la línea que he dicho. Es más,encuentro una similitud de fondo y contenido entre este poema y el de Lorca, "La aurora de Nueva York":

"La aurora de Nueva York tiene
cuatro columnas de cieno
y un huracán de negras palomas
que chapotean las aguas podridas".

Espléndida composición la de José Ángel Cilleruelo. Me gusta su estilo. Le seguiré el rastro.

Un beso potable, Miguel.