domingo, 15 de mayo de 2011

Aunque tú no seas Claudia


Al doblar cada esquina de las calles de Oniria
encuentro algún vestigio de aquel tiempo tan nuestro.
Los primeros veranos de luminosos sueños,
tu sonrisa perenne sin sombra de recelo
entregada a los besos con la ingenua pureza
carnal de ser tú y yo, tan jóvenes y limpios,
compartiendo la vida, el perfume del aire,
la música del tiempo. Mi bella italiana,
mi Claudia Cardinale cuajada de jazmines
del cine de verano. Entre risas y amigos
recorrimos los bares alegres de cerveza
y escapadas al parque romántico del pueblo
a deshojar secretos del árbol del cariño.
De regreso a mi pueblo,conducía los kilómetros
de estrellas y olivares y  rutilantes luces
de otros pueblos lejanos que inundaban el valle
de belleza nocturna en su inmenso horizonte
y alimentaban sueños de otros jóvenes limpios
que estrenaban amores como si fueran ellos
los únicos amantes girando en el planeta.



Miguel Cobo

17 comentarios:

Unknown dijo...

Versos de belleza onírica. Lo único incorrecto es la etiqueta porque este no es un poema imperfecto. Un abrazo, papá.

PD: Se borró tu último comentario en mi blog con las tareas de mantenimiento de Blogger. Qué rabia!

Alberto Granados dijo...

Minetras te leía esos viajes anímicos de Villacarrillo a la Torre, me parecía estar oyendo la música de Nino Rota, recordando imágenes de "Amarcord". El poder de la evocación, Miguel, que manjeas como el maestro que eres.
Lo que me fastidia: saber que un día fuimos limpios...
AG

mjm dijo...

Me quedo con el olor a jazminez y el cine de verano. Hubo un tiempo en que yo también fuí limpia. A veces solo a veces consigo recuperarlo.
Besos de mayo.

Emilio Calvo de Mora dijo...

El viaje es siempre hermoso. Lo dejó escrito Kavafis. Pide que Claudia no te abandone.

Marisa dijo...

Hoy la belleza inunda tu espacio, Miguel, y no es cortesía comentarista bloggera, sino es evidencia.
Tu poema es pura y hermosa nostalgia hacia esos momentos anclados en el alma, donde los adolescentes besos son entregados como diamantes en bruto, donde las noches de verano toman el fresco en parques románticos donde la luna llena solo gira alrededor de ese banco donde dos manos se enlazan.

En cuanto al tema de "Senza fine", me ha entusiasmado encontrarlo de nuevo en tu blog. Me encanta. Tiene la fuerza de esas canciones que nos llevan a lugares tatuados en el corazón. No conocía esta versión de Claudio Blaggione (quizás sea la composición original), sino que la que conocía es la de Gino Paoli, tema que descubrí en la película de Isabel Coixet, "Mi vida sin mí", y que desde el primer momento que la oí ha pasado a engrosar aquellas "Canciones de mi vida" (como yo las llamo), que se quedan ahí, en ese lugar que todos conocemos, hasta que nuestro río desemboque en el mar.

Preciosa tu entrada.
Un abrazo y buen domingo, Miguel.

Miguel Cobo dijo...

Alfonso, tú eres la herencia de aquellos sueños. Vive tú los tuyos en cualquier rincón del planeta.
En cuanto a los comentarios, se perdieron muchos aquellas horas, fueron flor de un día y, como tales irrepetibles. Pero ya sabes, hay belleza en lo efímero. Hay estrellas fugaces.

***

¡Ay, Alberto! Qué bien conoces mi camino de Swan. Entonces tendríamos la edad de Jacques Perrin y todos buscábamos a la ragazza de la valigia. La verdad, es que el paisaje de esa ruta es impresionante y más aún de noche. Suelo definirlo como un paisaje planetario.
Y bueno, limpios, limpios, lo que se dice limpios...ja,ja,ja...

***

María José, los Cinemas Paradiso de verano no lo serían sin jazmines. Y en el de mi pueblo no faltaban las Perseidas. Y así, fugaz, pasó también el tiempo. Cuando tratamos de recuperarlo, se nos escapa con la brisa o lo capturamos con palabras.

Besos "mayostáticos".

***

Emilio, claro que son bellos, son los viajes iniciáticos, verdad revelada, confusión de los sentidos, sueños de cine...Qué te voy a contar yo a ti, Marco Polo Ulises Livingstone.
En cuanto a ella, no pienso claudi...car.


***


Marisa, me emociona tu comentario y te lo agradezco de corazón. Hay versos poco metafóricos de una literalidad poética nada retórica. Pertenecen a la emoción primigenia, apenas adulterada por el conocimiento posteriormente adquirido.

Qué decirte de Senza fine...Comparto plenamente tu devoción por esta canción y, como bien recuerdas, no es la primera vez que la traigo al blog. Claudio Baglione hace una gran versión, pero su autor es Gino Paoli (suena emocionante en Mi vida sin mí). Estuve dudando entre Il cielo in una stanza -también de él- y ésta. En cualquier caso, me habría decantado por una canción italiana de la época.

Un abrazo de amistad creciente, amiga mía.

Malena dijo...

Claudia: la musa eterna.
No puedo agregar nada. Los que llegaron antes hablaron por mí.

Kaperusita dijo...

Lo bonito de los viajes oníricos es que éstos permanecen por el tiempo que uno quiera, puedes otorgarles los atributos que más te gusten y hacerlos inmortales, como bellas fotos en tu memoria, sin que el paso del tiempo deforme ni reste un ápice de la belleza que tan bien te inspira a componer estos evocadores poemas.
Siempre me haces soñar con ellos, gracias por hacerlo:)

Miguel Cobo dijo...

Malena, cómo amamos las musas de carne y hueso, tan cinematográficas, y están a nuestro lado: "De repente el último verano"...

Besos transoceánicos.

***

Kape, éramos tan jóvenes...Todo era un descubrimiento, soñar era vivir con la emoción a flor de piel, enamorarse de verdad, rendirse al amor sin condiciones...Y escribirlo es revivirlo.

Un placer, hacerte participar de mis sueños. Gracias a ti.

Juan Herrezuelo dijo...

Hay ese instante del regreso, conduciendo de noche, a solas, en que una vivencia inmediata empieza a fijarse en la memoria, y una música como Senza Fine (que yo recuerdo en “Avanti”, de Wilder) puede perfeccionar aún más el recuerdo de una caricia o un beso o una sonrisa sostenida en el perfume de aquellos veranos de cine bajo las estrellas y jazmines, perfeccionar todo eso que ha sido presente y ahora es y será inolvidable, será un poema en el futuro que nos vuelva a hacer sentir jóvenes, Tancredi y Angelica (bellísima Claudia) bailando y no el Príncipe de Salina observando cómo bailan. Un placer leerte.

Anónimo dijo...

De repente el último verano...
Gracias Miguel por permitir reencontrarme contigo, mi maestro de francés, mi tutor de 6º en que los niños empezábamos a forjarnos como hombes. Nunca te lo agradecí y ahora me brindas la ocasión
Muchas gracias y un abrazo.
Manuel.

Miguel Cobo dijo...

Juan, el placer es mío. Tu comentario ahonda con precisión y sensibilidad en la génesis del poema y disecciona su trayecto proustiano con mirada viscontiana en tu evocación de El Gatopardo. Antes insinuaba una referencia a la Cardinale casi adolescente de La ragazza con la valigia, pero pondría en evidencia cierta anacronía con el tempo del poema, justificada tal vez por la época -anterior- de la interiorización del mito en mi imaginarium personal. Jacques Perrin, era aún más joven que Claudia*. En el poema -y en la vida real- Tancredi es mayor que Angelica.

Muchas gracias, ha sido un inmenso honor.

***

Manuel, estos reencuentros y tus palabras son muy, muy emocionantes. Sobre todo , cuando ha pasado tanto tiempo, ¡casi 40 años!, que se dice pronto. Precisamente mañana han organizado el tradicional acto homenaje a los maestros jubilados y tú te has adelantado unas horas al hacerme el mejor regalo para la ocasión: Tus propias palabras.Muchas gracias.

Abrazos para ti y los tuyos


***


* Juan, no es la primera vez que aparece Claudia en mis poemas:

http://riografia.blogspot.com/2009/06/cinema-paradiso.html

Irene Bebop dijo...

"La conocí el próximo verano..."
Precioso el poema, como Claudia y como Cinema Paradiso. Y como las canciones en italiano, que tienen ese noséqué...

"Jóvenes limpios que estrenaban amores como si fueran ellos los únicos amantes girando en el planeta." Jo!

Un besazo!

Ramón Besonías dijo...

y aunque tú no seas Bogart...

Gracias por tu poema, Miguel.

Miguel Cobo dijo...

Irene, Irenita, ¡mira que me dices cosas bonitas!
Otro besazo. Pero, el de verdad, que te lo dé tu chico.

***


Ramón,o Gary Cooper, o Paul Newman o Jacques Perrin (adolescente en La chica de la maleta y luego el Salvatore que vuelve al pueblo, ya famoso director, en Cinema Paradiso).

Con Miguel Cobo me conformo y no cambio la amistad que me dais por el glamour, jajajaja.

Iria dijo...

A punto de terminar el mes de mayo, he de felicitarte por tan hermoso poema. Gracias, describes muy bien un sentimiento con un punto de nostalgia que hace de poema algo muy especial. Te transporta.
Un abrazo,
Iria.

Miguel Cobo dijo...

Gracias, Iria. Espero que el poema te transporte en viaje de ida y vuelta: Te espero en otra "estación".

Un abrazo, amiga