martes, 11 de enero de 2011

Lipstick



El camino ya andado otros inviernos
repite nuestros pasos trasnochados.
Detrás de cada esquina se nos pierden
las huellas descuidadas que dejamos
como al salir del cine ensimismados.
El río de la memoria se desborda
con música y recuerdos. Fuiste tú
quien detuvo tu belleza becqueriana
en el ángulo oscuro del salón.
El cristal de la copa decantada
selló con tu lipstick  un beso frío.
El tintineo del hielo nos despoja
del enero vacío que atardece.
Va ya hacia ti la noche que yo espero
mientras te desmaquillas de tu sueño.

                   ***

4 comentarios:

Alberto Granados dijo...

Miguel, no lo he visto hasta ahora. Es magnífico. Llevo una temporada diciendo que cada vez decantas más tu poesía, que estás en una altura difícilmente superable y que gente que no llega ni remotamente a tu altura está publicando y recibiendo premios sin parar (algunos hasta se han erigido en capos mafiosos del cotarro editorial y están en todos sitios: ¡qué asco!).
Este debería ser tu año: tus riadas poéticas editadas en... pongamos Hiperión. Hazles una propuesta editorial, da el puto paso que te falta, mándales un libro (antes deberías registrarlo en el Registro de la Propiedad Intelectual,: 12 €). Inténtalo.
Y sobre todo, no nostengas acostumbrados a pinchar tu blog para ver que llevas diez días sion estar... Jode. Mucho.
Un abrazo.

Miguel Cobo dijo...

Gracias, amigo Alberto. Me emocionas. Como dijo Celaya, la poesía es un arma cargada de futuro. Ahí radica el problema: el futuro siempre está por llegar. Mientras tanto, este es mi presente: poesía para mis amigos (que no es poco) en un blog. Uno más. En cuanto al mundillo literario y sus acólitos, me remito a esta entrada anterior:

http://riografia.blogspot.com/2009/12/desagravio.html

Un abrazo, mon ami

Emilio Calvo de Mora dijo...

Los ríos de la memoria se desbordan siempre, amigo. Se desbordan, se extienden, se recogen. Lo malo (siempre) es el olvido. Me ha gustado mucho.

Miguel Cobo dijo...

Sí, Emilio, de ahí mi obsesión por "riografiar" la vida, los sueños, el tiempo...En cuanto al olvido, todo se complica si se conjuga el verbo; en tal caso su maléfico efecto (siempre)queda matizado por la voz (¡una accidente!): No es lo mismo olvidar que ser olvidado. Aunque el maestro Serrat lo convierte en un acto de la voluntad: "Donde quiera que estés te gustará saber que te pude olvidar y no he querido..."

Un saludo, Emilio. Por cierto, con o sin comentario, me miro a diario en El Espejo de los Sueños, no ya magnífico: ¡Deslumbrante siempre!