jueves, 5 de agosto de 2010

A un río le llamaban Carlos




(A Charles River, Cambridge, Massachusetts)

Yo me senté en la orilla:
quería preguntarte, preguntarte tu secreto;
convencerme de que los ríos resbalan hacia un anhelo y viven;
y que cada uno nace y muere distinto (lo mismo que a ti te llaman Carlos).
Quería preguntarte, mi alma quería preguntarte
por qué anhelas, hacia qué resbalas, para qué vives.
Dímelo, río,
y dime, di, por qué te llaman Carlos.

Ah, loco, yo, loco, quería saber qué eras, quién eras (género, especie)
y qué eran, qué significaban “fluir”, “fluido”, “fluente”;
qué instante era tu instante;
cuál de tus mil reflejos, tu reflejo absoluto;
yo quería indagar el último recinto de tu vida:
tu unicidad, esa alma de agua única,
por la que te conocen por Carlos.

Carlos es una tristeza, muy mansa y gris, que fluye
entre edificios nobles, a Minerva sagrados,
y entre hangares que anuncios y consignas coronan.
Y el río fluye y fluye, indiferente.
A veces, suburbana, verde, una sonrisilla
de hierba se distiende, pegada a la ribera.
Yo me he sentado allí, sobre la hierba quemada del invierno,
[para pensar por qué los ríos
siempre anhelan futuro, como tú lento y gris.
Y para preguntarte por qué te llaman Carlos. [...]

Y ahora me fluye dentro una tristeza,
un río de tristeza gris,
con lentos puentes grises, como estructuras funerales grises.
Tengo frío en el alma y en los pies.
Y el sol se pone.
Ha debido pasar mucho tiempo.
Ha debido pasar el tiempo lento, lento, minutos, siglos, eras.
Ha debido pasar toda la pena del mundo, como un tiempo lentísimo.
Han debido pasar todas las lágrimas del mundo, como un río indiferente.
Ha debido pasar mucho tiempo, amigos míos, mucho tiempo
desde que yo me senté aquí en la orilla, a orillas
de esta tristeza, de este
río al que le llamaban Dámaso, digo, Carlos


Dunster House, febrero de 1954

Dámaso Alonso

2 comentarios:

Alberto Granados dijo...

Entre tantos ríos con tantos nombres yo siempre tengo más preseente al río del que hablaba Heráclito, ese en el que no podías bañarte dos veces.
Abrazos

Miguel Cobo dijo...

"Alguna vez se os ha ocurrido pensar que los ríos puedan tener vida propia, como las personas? Dámaso Alonso lo ha imaginado así en su poema. Por eso habla al río Carlos y le formula preguntas fundamentales sobre su vida, como si se dirigiera a una persona.

El poeta sabe que es muy difícil responderlas, casi imposible, pero las repite con insistencia: ¿cuál es el secreto de la verdadera personalidad?, ¿qué significado tiene el tiempo?, ¿qué finalidad tiene la vida humana? Y al fin, el poeta se ha identificado tanto con el río, que confunde su nombre con el suyo propio."

http://www.edu365.cat/eso/muds/castella/literatura/poesia/rios/pantalla7.htm