miércoles, 28 de diciembre de 2011

Sólo tu amor y el agua




Sólo tu amor y el agua....Octubre junto al río

bañaba los racimos dorados de la tarde,

y aquella luna odiosa iba subiendo, clara,

ahuyentando las negras violetas de la sombra.

Yo iba perdido, náufrago por mares de deseo,

cegado por la bruma suave de tu pelo.

De tu pelo que ahogaba la voz en mi garganta

cuando perdía mi boca en sus horas de niebla.

Sólo tu amor y el agua.....El río, dulcemente,

callaba sus rumores al pasar por nosotros,

y el aire estremecido apenas se atrevía

a mover en la orilla las hojas de los álamos.

Sólo se oía, dulce como el vuelo de un ángel

al rozar con sus alas una estrella dormida,

el choque fugitivo que quiere hacerse eterno,

de mis labios bebiendo en los tuyos la vida.

Lo puro de tus senos me mordía en el pecho

con la fragancia tímida de dos lirios silvestres,

de dos lirios mecidos por la inocente brisa

cuando el verano extiende su ardor por las colinas.

La noche se llenaba de olores de membrillo,

y mientras en mis manos tu corazón dormía,

perdido, acariciante, como un beso lejano,

el río suspiraba.....

Sólo tu amor y el agua...



Pablo García Baena




                               ***

3 comentarios:

Marisa dijo...

¡Uf! Me he sentido caprichosamente en las mismas orillas del Duero, mientras el silencio acalla hasta a los mismos rumores del río en diálogo poético con esas hojas mudas cómplices del viento.

Impresionante el poema de Pablo García Baena...

Amor, agua y un beso para este 2012, Miguel.

Alberto Granados dijo...

Genial. Salinas + Bécquer + río, sólo que esta vez no es un universo migueliano, sino de don Pablo.

Gracias por traer tal delicia.

AG

Miguel Cobo dijo...

La fraternidad universal de los ríos se hace patente en estos versos y en cualquier orilla.
Fue fructífero el diálogo desde la del Duero a la del Guadalquivir, en un cauce hondo de amistad y poesía.

Besos más "riográficos" que nunca, Marisa.
Que 2012 sea otro afluente vital y caudaloso.

***

Alberto, el universo migueliano no existiría sin la inmensidad de las constelaciones que nos iluminan.

Ni sin la compañía de los amigos.

Abrazos caudalosos y suspiros del río.