domingo, 2 de diciembre de 2012

Con toda palabra





Con toda palabra
Con toda sonrisa
Con toda mirada
Con toda caricia

Me acerco al agua
Bebiendo tu beso
La luz de tu cara
La luz de tu cuerpo

Es ruego el quererte
Es canto de mudo
Mirada de ciego
Secreto desnudo

Me entrego a tus brazos
Con miedo y con calma
Y un ruego en la boca
Y un ruego en el alma

Con toda palabra
Con toda sonrisa
Con toda mirada
Con toda caricia

Me acerco al fuego
Que todo lo quema
La luz de tu cara
La luz de tu cuerpo

Es ruego el quererte
Es canto de mudo
Mirada de ciego
Secreto desnudo

Me entrego a tus brazos
Con miedo y con calma
Y un ruego en la boca
Y un ruego en el alma

Lhasa de Sela


                                              ***

miércoles, 28 de noviembre de 2012

DEMORA

 




Escucho el rumor de las horas al paso de un tren inesperado. Despliego las alas del tiempo y aguardo en el andén -la mirada perdida-  absorto en mis recuerdos. Cuento tramos de vía como líneas de vida: paralelas que juegan a buscar su geometría del azar y por mucho que se prolonguen  nunca se encuentran. Nada acaba en la bocana del presente y solo la memoria de un viaje sin rumbo proclama su vigencia y emerge entre fragmentos del pasado. Turbias fotografías de viajeros, suburbios espectrales de posguerras y hambre. El frío de las noches de inviernos y paraguas tristes que protegen de lágrimas. Cristales empañados y dedos que dibujan corazones o besos estampados de otros labios que han perdido palabras en la espera nocturna. La estación, ya vacía, teje brumas de ausencia entre luces ambiguas de nostalgia o de duda. Busco mi billete en los bolsillos de la melancolía,  mientras el tren se acerca con un silbido de impaciencia. ¿Qué hacer con este adiós sin despedida?





Miguel Cobo Rosa

                                                               ***

viernes, 9 de noviembre de 2012

PIEZAS DE EQUILIBRIO


                                                 Fotografía: Lourdes López Rodríquez


 

Franjas de luz fugaces, amarillas,
alumbran el andén. Me desvela
la turbia claridad que anuncia
una nueva estación. El vaho
empaña los cristales, la mirada.
Es gélida la noche. El corazón
ocupa en el vagón un espacio vacío.
Se va de mí. No espera
ya el final de este viaje sin destino.
Después de tanto tiempo
este tren es testigo del latido constante
de la melancolía.
Qué incierta la noticia del olvido
como tu adiós inerte: esa lágrima
última. La mano que no aprieta y desanuda
los dedos del amor, el equipaje huérfano,
recuerdos, fragmentos hechos trizas.
El tren se despereza entre olivos de sombra y agualuna.
La melodía del tiempo
es una densa bruma de trompeta:
El blues del desamparo recorre los vagones
con su negra tristeza. Túnel sin luz final.
¿Teje ahora Penélope o desteje?
¿Espera o desespera?
¿Dónde hilaba su música el olvido?
Miro el reloj ahora. Inerme me convoca
en su mórbida esfera inescrutable.
Y esta hora sin huso
sin latitud ni longitud posible
en el cambio de agujas que presiento
cae por su propio peso del infinito al cero,
se desploma del aire del reloj
y urde en la noche su proceloso sueño
cruzándose con trenes que regresan
desorientando brújulas, hiriendo catenarias.
Avanza el tren.
La soledad se espesa como nimbos veloces
atravesando el cielo. Hay una luna esquiva,
ajena al maquinista.
Con piezas de equilibrio
-leve en su gravedad-
ya mi alma viajera se deshace
y avanza, con el tren, imperturbable.
 
 


                      Miguel Cobo Rosa
 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Narciso vuelve al río y se pregunta ¿para qué?






Armado de sus sueños
desciende de los laberintos de la noche
llega al río
espejo y abismo a la vez
se reclina
y busca ávido el reflejo
la verdad revelada en el agua
no la eterna música de Heráclito
ni la metáfora a vida o muerte
de Manrique
Busca sus rostros de hoy, de ayer y de mañana
el fundido perfecto en el pálpito
de la geometría
del alma
las burbujas del insomnio vacío
las agujas de nieve de la belleza
la tersura de las rosas de Ofelia
la protección de las esferas
la contradicción de los ángulos
las espirales del destino que se tragaron su nombre
la parábola de los augures
las hélices de la conciencia de Eco
la intimidad secreta de los fractales
la resolución disgregadora de las ondas
en cada arruga
innominada
de los párpados:

Su imagen imperfecta


Miguel Cobo Rosa



martes, 10 de julio de 2012

ABCDiario





Amigos, ahora adoro ablandar almohadas almidonadas al amanecer. Adiós.



Bienaventurados/as, bebedores/as bronceados/as: ¡Bebed, bebed birras bávaras! Benditos bares. ¡Bienvenidos!



Cada canción convoca cien corazones conjurados. Cancela celos: Canta conmigo, Carmela.



De diversos destinos dimanan dudas derivadas de diabólicos dados.



Encuentro escenarios edénicos escrutando escrituras esotéricas en enigmáticos entornos.



Fabiola fabula febril fados fantásticos: Fluye fluvial, Fab.



Gónadas gozosas (. g) generan gametos. Germinan genes gloriosos: George Gershwin, genuino genio.



¿Héroes?... ¿Humanos?...Huyen hambrientos, heridos, humillados...Haced historia, hijos: Hermosa hermandad heredada.



Infinitas imágenes ígneas: Ítaca iluminada inspira idilios inmortales.



Jefté, juez judío, juró. Jehová, juzgó.



¿Ké koño keréis ke kuente kon ka?  (Apócrifo)



Luce libidinosa la luna lunática. Lenguas lascivas liban. Los lamelibranquios lamidos levitan lúbricos.



Mefistófeles manda mensajes malévolos mediante médiums melifluos. ¡Meditad, miedosos mortales!



Nunca niegues númenes nemorosos: Ni nada ni nadie necesitan.



Oscuros objetos oníricos orillan otros olvidos onerosos.



Penélope parte para Perinto. Poseidón presiona, pero Pericles prohíbe peligroso periplo por Peloponeso.



¿Quedan quince, Quique?...Quizá quórum. ¡Qué quebranto!, queríamos quinientos.



Riza rizos rozando riberas, rumia rumores, reza responsos, rima romances, regala ramos...Raudo río, reino ritual.



Sherezade siente si Siria sufre. Sueña silencios, seduce sultanes solitarios. Simbad se sienta sobre su sedosa sábana. Sabe su sexo, su savia, su semilla.



Tiempos tenebrosos tejen tinieblas: Tierra, tiembla. Todo tiene término. Tú también.

Tiresias (Tebas)



Un único Universo ubicuo, unívoco, únenos.



Veinte vecinas virtuosas, vestales vírgenes, viven vertiginosamente: Volando van, volando vienen. ¿Veis vaivenes virtuales?...¿Verosímil?



Walt Whitman & William Wordsworth, "¡¡Whoauuu!!"



Yerbatera yanomami y yogui yemení yacen yuxtpuestos: Yin yang y yuyu.



Zona Zen:

Zenón, zahorí zurdo, zampa zamburiñas. Zaratustra zarpa zarrapastroso: Zozobra


                                                         ***

Miguel Cobo Rosa


lunes, 25 de junio de 2012

Hechizado por las aguas




“Ahora, casi todos a los que amé en mi juventud están muertos, incluso Jesse. Pero sigo buscándoles. Ya soy demasiado viejo para ser buen pescador y suelo meterme en el río solo, aunque algunos amigos opinen que no debería hacerlo.

Cuando me encuentro sólo en el crepúsculo de la montaña toda mi existencia parece fundirse con mi alma y mis recuerdos, con los sonidos del río y con un ritmo de cuatro compases y la esperanza de que surja un pez.

Finalmente todo se funde en una sola cosa y un río la cruza. El río que fue excavado por el gran diluvio universal y corre sobre las piedras desde el sótano de los tiempos.En algunas de las piedras hay gotas de lluvia y témpanos, bajo las piedras están las palabras y algunas de las palabras son las de ellos.

¡Estoy hechizado por las aguas!”



                                                                           ***

viernes, 22 de junio de 2012

La noche del cazador (el descenso del río)





"El descenso del río se tiñe de un carácter onírico, fantástico, propio de los cuentos de hadas, propiciando la irrupción de lo maravilloso a través de la presencia de toda una fauna literaria, un bestiario fabuloso que se convierte en testigo del viaje y la escapada: la telaraña, el zorro, los conejos, la tortuga, la lechuza… En paralelo con estos observadores de una naturaleza idílica, Harry emprende la persecución por la ribera del río a modo de una especie de Lady Godiva maligna, a lomos de un impoluto caballo blanco frente al que su atuendo negro y siniestro todavía contrasta más. Toda la mitología asociada al río se hace  evidente. Por un lado, al modo de Moisés y tantos otros personajes literarios (Amadís, Tristán…), será el espacio por el que se canalice la huida. El descenso del río como itinerario de salvación. En este punto, hay una clara deuda con la tradición norteamericana inaugurada por Mark Twain en las novelas de Tom Sawyer y Huckleberry Finn."

(Extracto de Juan Ramón Gabriel: http://www.encadenados.org/nou/n-66-benditos-fracasos/la-noche-del-cazador-1955-de-charles-laughton )






                                                                                    ***

viernes, 8 de junio de 2012

Son los ríos


                                         Foto: Río Paraná (Santa Fe -Argentina) de Ricardo de Luca



Somos el tiempo. Somos la famosa
parábola de Heráclito el Oscuro.
Somos el agua, no el diamante duro,
la que se pierde, no la que reposa.

Somos el río y somos aquel griego
que se mira en el río. Su reflejo
cambia en el agua del cambiante espejo,
en el cristal que cambia como el fuego.

Somos el vano río prefijado,
rumbo a su mar. La sombra lo ha cercado.
Todo nos dijo adiós, todo se aleja.

La memoria no acuña su moneda.
Y sin embargo hay algo que se queda,
y sin embargo hay algo que se queja.


Jorge Luis Borges

                                    ***

martes, 29 de mayo de 2012

El río abre la boca



El loco se sube al pretil del puente. Parece un predicador ascendiendo a un púlpito muy alto.
El río se enturbia con su sombra. Es un río sin peces, de aguas violentas y, ahora, también expectantes.
Ha hecho un día extraño. Empezó claro y quieto. Se oía el canto de los pájaros invernales burlándose del frío, y se divisaban, allá en lontananza, perfiles montañosos escarpados, que bien pudieran haber pasado por idílicas geografías soñadas. Las gentes andaban resueltas por la mañana. Cubiertas por anchos sombreros y embozadas en ropas gruesas, se les veía a buen paso y con gesto animoso, en cualquier caso.
Pero algo más tarde del mediodía, tras esa llamada de teléfono en la que el loco ha escuchado la palabra adiós, la tarde se ha mudado de tinieblas y se ha levantado un viento ensordecedor, que ha callado los trinos y ha revuelto de hojarasca la visión de los lejanos paisajes, haciéndolos prácticamente invisibles y sólo imaginados. Apenas se ven ahora paseantes. Tres o cuatro a lo sumo. Ausentes y miedosos.
El río abre la boca. Juraría que incluso se ha relamido de tanta hambre que tiene, pues ya hace dos días del último bocado al que le hincó el diente.
El loco cierra los ojos y abre los brazos. Parece un predicador sermoneando en latín a unos peces que no existen.




Relato "riográfico" de Raúl Ariza Pallarés, incluido en su último libro "La suave piel de la anaconda". Gracias a Raúl por su generosidad, al permitirme publicarlo en este blog.

                     ***

jueves, 24 de mayo de 2012

Sangra la flor del agua



                       Fotografía: Ellen Kooi


Ella, desmadejada sobre el río,
levemente retenida entre los juncos,
nunca amada doncella,
dormida a la deriva de sus sueños.

Sangra la flor del agua
pernoctando en los peces irisados.
La estrella más lejana se estremece
reflejada en sus ojos,
eterna en la soledad de su existencia.


Miguel Cobo


                 ***

lunes, 21 de mayo de 2012

Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz...




       Foto: Río Órbigo (Blog: Reino de León)

Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.
No pasará otra onda rumorosa del río,
no quedará este chopo envuelto en fuego verde,
no cantará otra vez el pájaro en su rama,
sin que deje en el aire todo el amor que siento.
Aquí, en estas riberas que llevan hasta el llano
la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos.
Aquí también las piedras relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes que corroe el arroyo.
Hojas o llamas, fuegos diminutos, resol,
crisol del soto oscuro cuando amanece lento.
Qué fresca placidez, que lenta luz suave
pasa entonces al ojo, que dulzura decanta
el oro de la tarde en el cuerpo cansado.
Hojas o llamas verdes por donde va la brisa,
diminuto carmín, flor roja por el césped.
Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre,
relumbra entre los troncos, abre su cuerpo al sol,
sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, miro arder todas las tardes
las copas de los álamos, el perfil de los montes,
cada piedra minúscula, enjoyada del río,
del dios río que llena de frutos nuestros pechos.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.



Antonio Colinas

               ****

viernes, 18 de mayo de 2012

Al otro lado del río





                                                                  ****



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miércoles, 16 de mayo de 2012

Conciencia del río






Un río es algo que tiene una fuerte y marcada personalidad, es algo con fisonomía y vida propias. Uno de mis más vivos deseos es el de seguir el curso de nuestros grandes ríos, el Duero, el Miño, el Tajo,el Guadiana, el Guadalquivir, el Ebro. Se les siente vivir. Cogerlos desde su más tierna infancia, desde su cuna, desde la fuente de su más largo brazo, y seguirles por caídas y rompientes, por angosturas y hoces, por vegas y riberas. La vena de agua es para ellos algo así como la conciencia para nosotros, unas veces agitada y        espumosa, otras alojada de cieno, turbia y opaca, otras cristalina y clara, rumorosa a trechos. El agua es, en efecto, la conciencia del paisaje.


Miguel de Unamuno: Por tierras de Portugal y de España

viernes, 4 de mayo de 2012

Los ríos deshabitados



                                                        Imagen: Kely Méndez Riestra




El río de la sangre desorientada
El río de las tinieblas enhebradas
El río de los deltas bifurcados
El río de las almas vacías
El río de los reflejos diluidos
El río de las arenas de los relojes
El río del tiempo desbordado
El río de la inmortalidad renegada
El río de los círculos Coriolis
El río que retornó del océano
El río de las marismas de las dudas
El río de las flores de Ofelia
El río de la quietud del hielo
El río de mi propia inexistencia
El río de los futuros sin pasado
El río de la conciencia encrucijada
El río de los silencios de otros ríos
El río que nació sin orillas
El río de los blues desesperados
El río de la libertad desangrada
El río de los peces irisados
El río de los que no se concibieron
El río de los deseos sumergidos
El río de los secretos revelados
El río de los mundos sin palabras
El río de las islas transfiguradas
El río de los perfumes abisales
El río de los presagios infinitos


Miguel Cobo

                  ***

sábado, 28 de abril de 2012

Río abajo ( I )




                         Liruela: Rio abajo

                                                                  Río abajo: Liruela (pastel sobre cartón)







                                                                       ***

lunes, 16 de abril de 2012

El corazón de las tinieblas

heart_of_darkness.jpg
Ilustración: http://www.blogdecine.com/directores/coppola-en-el-corazon-de-las-tinieblas



Remontar aquel río era como volver a los inicios de la creación cuando la vegetación estalló sobre la faz de la tierra y los árboles se convirtieron en reyes. Una corriente vacía, un gran silencio, una selva impenetrable. El aire era caliente, denso, pesado, embriagador. No había ninguna alegría en el resplandor del sol. Aquel camino de agua corría desierto, en la penumbra de las grandes extensiones. En playas de arena plateada, los hipopótamos y los cocodrilos tomaban el sol lado a lado. Las aguas, al ensancharse, fluían a través de archipiélagos boscosos; era tan fácil perderse en aquel río como en un desierto, y tratando de encontrar el rumbo se chocaba todo el tiempo contra bancos de arena, hasta que uno llegaba a tener la sensación de estar embrujado, lejos de todas las cosas una vez conocidas... en alguna parte... lejos de todo... tal vez en otra existencia. Había momentos en que el pasado volvía a aparecer, como sucede cuando uno no tiene ni un momento libre, pero aparecía en forma de un sueño intranquilo y estruendoso, recordado con asombro en medio de la realidad abrumadora de aquel mundo extraño de plantas, y agua, y silencio. Y aquella inmovilidad de vida no se parecía de ninguna manera a la tranquilidad. Era la inmovilidad de una fuerza implacable que envolvía una intención inescrutable. Y lo miraba a uno con aire vengativo. Después llegué a acostumbrarme. Y al acostumbrarme dejé de verla; no tenía tiempo. Debía estar todo el tiempo tratando de adivinar el cauce del canal; tenía que adivinar, más por inspiración que por otra cosa, las señales de los bancales ocultos, descubrir las rocas sumergidas.




                                                20100611192420-corazon-de-las-tinieblas.jpg

                                                                    ***

viernes, 13 de abril de 2012

Let The River Run

                        







                                                                    ***

martes, 10 de abril de 2012

Crepúsculo interior

                                    Foto: Galería de pätzchka en flickr - Aleana Adán



En aquella habitación,

donde no duermen ni el arpa ni el olvido,

está la luz de ayer

que me dejaste.

Por más que baje la persiana

y la penumbra

penetre en los rincones más recónditos,

tus palabras de suave terciopelo

desvelan el silencio

de la rosa del sur y sus canciones,

a media luz los dos, crepúsculo interior.


Miguel Cobo








                                                                      ***

lunes, 2 de abril de 2012

Abril


Dibujo de Quint Buchholz


Era en abril y el río no se movía.
Las aves migratorias regresaron
poblando las isletas como barcos
anclados en el alma de su cauce.
Los árboles abiertos al crepúsculo
ofrecieron su fronda hospitalaria:
Cobijo para el aire y para el ala
en la copa del tiempo indiferente.
Perdí la luz cuando cruzaba el puente;
cesó el clamor y levanté la vista.
Quiso el cielo ser agua y al volverme
de nuevo el río se puso en movimiento.
Era en abril. La vida anochecía.

Miguel Cobo




                                                                      ***

miércoles, 28 de marzo de 2012

Romances del Río de Enero

Alfonso Reyes, «Romances del Río de Enero»


Río de Enero, Río de Enero:

fuiste río y eres mar:

lo que recibes con ímpetu

lo devuelves devagar.



Madura en tu seno al día

con calmas de eternidad:

cada hora que descuelgas

se vuelve una hora y más.



Filtran las nubes tus montes,

esponjas de claridad,

y hasta el plumón enrareces

que arrastra la tempestad.



¿Qué enojo se te resiste

si a cada sabor de sal

tiene azúcares el aire

y la luz tiene piedad?



La tierra en el agua juega

y el campo con la ciudad,

y entra la noche en la tarde

abierta de par en par.



Junto al rumor de la casa

anda el canto del sabiá,

y la mujer y la fruta

dan su emanación igual.



El que una vez te conoce

tiene de ti soledad,

y el que en ti descansa tiene

olvido de lo demás.



Busque el desorden del alma

tu clara ley de cristal,

sopor llueva el cabeceo

de tu palmera real.



Que yo como los viajeros

llevo en el saco mi hogar,

y soy capitán de barco

sin carta de marear.



Y no quiero, Río de Enero,

más providencia en mi mal

que el rodar sobre tus playas

al tiempo de naufragar.



—La mano acudió a la frente

queriéndola sosegar—.

No era la mano, era el viento.

No era el viento, era tu paz.









Río del Olvido. Romances del Río de Enero (1932)
Alfonso Reyes

viernes, 16 de marzo de 2012

Misery is the river of the world


                                       Fotografía: Galería de Flexart en Flickr




                                             
                                               Letra y música de Tom Waits

                                                                     ***

miércoles, 29 de febrero de 2012

¡Callad, cañones de Von Kluck!

Archivo:Torreperogil.jpg
                      Fotografía: Juan S. Villar Lara



A dos leguas de Úbeda, la Torre

de Pero Gil, bajo este limpio cielo

bello pueblo de España. El tiempo lo ha cambiado,

pues no en vano transcurrieron cien años.

Allá, las dos torres se alzan

con su doble mensaje de historia y de recuerdos.

En la plaza, sus hombres, sus mujeres,

la ilusión y el progreso de su animosa gente.

Llegamos a la ermita de la Misericordia,

que hace honor a su nombre, arraigada en el alma

de esta bendita tierra. Hoy sus muros de piedra

se yerguen hacia el cielo sobre un suelo más firme.

Esta casa de Dios guarda dentro un silencio

y una emoción profunda que responde al poeta

y a cuantos lo leímos con dolor y tristeza,

mas sin resentimiento:

“Hermanos –parece que nos dice-

rezad o meditad, según vuestras creencias. Entrad

sin más requisitoria que quererlo: La libertad os guíe.”

Fuera bulle la vida, pujante y laboriosa:

Ir y venir de jóvenes y viejos que trabajan, que sueñan, que recuerdan…

Los campos son ubérrimos, nada cambió al respecto.

Nosotros, los del pueblo, miramos al futuro

con ánimo resuelto,

con la cabeza alta,

con la mirada limpia,

con la palabra justa,

con nuestra mano abierta,

con nuestro pensamiento

madurado en un siglo desde el pasado efímero.

¡Callad, cañones de Von Kluck!

Aquí, la paz ya reina. Fructificó la lucha:

La dignidad es nuestra.




Miguel Cobo Rosa

Cien años después de Los Olivos II (Antonio Machado)
 
 
 
                          ***

viernes, 24 de febrero de 2012

Antonio Machado, pura Riografía



                   Fotografía: Torreperogil Postales (Facebook)

I


¡Torreperogil!

¡Quién fuera una torre, torre del campo

del Guadalquivir!


     

(A la manera de Juan de Mairena)
                     

                          ***



PROVERBIOS Y CANTARES



LXXXVII


¡Oh Guadalquivir!

te vi en Cazorla nacer

hoy en Sanlúcar morir.



Un borbollón de agua clara,

debajo de un pino verde,

eras tú, ¡qué bien sonabas!



Como yo, cerca del mar,

río de barro salobre,

¿sueñas con el manantial?



Nuevas canciones (1924)

                
                      ***

martes, 14 de febrero de 2012

Se enamoró de un río

                                                            El Rio de Bennecourt

                                            El Rio De Bennecourt: Claude Monet




Se enamoró de un río,

del cristalino mirar

de sus ojos anfibios.

Se enamoró de un río,

de la promesa final

de un descanso marino.

Y acarició la arena

y se abrazó a la espuma

del manantial ,

cabello de su hermosura.

Se enamoró de un río,

de su pasado invernal,

de sus troncos heridos.

Se enamoró de un río,

de su presente fugaz,

del remanso escondido.

Y acarició la arena

y se abrazó a la espuma

del manantial,

cabello de su hermosura .

Y  lo envolvió la corriente

con su torbellino blanco

y recibió entre los musgos

un masaje de guijarros.

Se enamoró de un río,

del serpentino ritual

de sus pies coralinos.

Y acarició la arena

y se abrazó a la espuma

del manantial,

cabello de su hermosura
.


                                                Se enamoró de un río: Pedro Guerra

                                                                 ***
                                                             

viernes, 10 de febrero de 2012

The Humbling River



    Ansel Adams: Montañas Tetons y el río Snake (Serpiente).

        
                                               
                    The Humbling River    Puscifer



                                     ***

domingo, 5 de febrero de 2012

A orillas del East River




I

En esta encrucijada,

flagelada por vientos de dos ríos

que despeinan la calle y la avenida,

pisoteada su negrura por gaviotas de luz,

descienden las palabras a mi mano,

picotean los granos de rocío,

buscan entre mis dedos las migajas de lágrimas.



Siempre aspiré a que mis palabras,

las que llevo al papel,

continuasen llorando

-de pena, de felicidad, de desesperanza,

al fin, todo es lo mismo-,

porque yo las había llorado antes;

antes de que desembocasen en el papel blanquísimo,

en el papel deshabitado, que es el morir.

Dejarían en él los ecos asordados, empañados,

de lo que tuvo vida.

Alguien advertiría la humedad de las lágrimas,

lloraría por seres que jamás conoció,

que acaso no es posible que existieran

aunque estuvieron vivos

en el recuerdo o en la imaginación.

Lloraríamos todos por los desconocidos,

los -para mí -difuminados

en la magia del tiempo.



Contra las estructuras

de metal y de vidrio nocturno

rebotan las palabras aún sin forma,

consagradas en el torbellino helado,

y no me hacen llorar.

Yo ya no sé llorar. ¡Y mira que he llorado!



II

Yo ya no lloro,

excepto por aquello que algún día

me hizo llorar:

los aviones que proclamaban

que todo había terminado;

la estación amarilla diluida en la noche

en la que coincidían, tan sólo unos instantes,

el tren que partía hacia el norte

y el que partía hacia el oeste

y jamás volverían a encontrarse;

y la voz de Juan Rulfo: «diles que no me maten»;

y la malagueña canaria;

y la niña mendiga de Lisboa

que me pidió un «besiño».



Yo ya no lloro.

Ni siquiera cuando recuerdo

lo que aún me queda por llorar.





José Hierro. De "Cuaderno de Nueva York" 1998

martes, 31 de enero de 2012

River man- Versiones (II)

                                           



                                                               Brad Mehldau


                               

                                                             Natacha Atlas



                                                         
                                                                The Swingle Singers

viernes, 27 de enero de 2012

Bosque de ribera

        
                                     Río Uncín, Cudillero - Asturias




Con el bosque de ribera ha de tenerse la máxima precaución: en él es más fácil salirse que adentrarse. Por eso una opción es bordearlo y aprovechando su vocación de galería admirar cada obra, cada estilo y detectar por ejemplo la firme impronta del aliso, o esa cierta afectación que sufre el sauce, el gesto del álamo, un tanto tembloroso, la estampa del olmo, como ausente, y el numeroso ímpetu del fresno. Dentro del catálogo de montes, este bosque es un catálogo en sí mismo. Pero si llevados por el arrebato estético nos acercamos más allá de lo prudente podemos terminar asomando la nariz al otro lado y atravesar esa cuarta pared que oculta el taller que nunca duerme: allí el río discurre, imagina las múltiples formas de los árboles, y se escucha el rumor de los trazos sobre el agua. Admirado por la gracia del proceso uno puede incluso llegar a olvidarse de los árboles, lo cual sería tremendamente injusto pues en realidad es el bosque el que da sentido al río y al camino, que no son más que riberas suyas, pues todo es centro y orilla al mismo tiempo, pura contigüidad como el tiempo mismo.


José Manuel Lozano ( XuanRata)
De su blog Calendario de instantes

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Con mi gratitud y admiración hacia José Manuel, excelente fotógrafo y mago de la prosa poética que despliega en sus personalísimos pies de foto. Visitar su blog es un verdadero placer "riográfico"

sábado, 21 de enero de 2012

En el río

 
                              



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Antes de ir se hacen y deshacen planes.

Culpas y cadenas forman un telar

que han tejido eternamente Ariadne y Atenea.

Ya no estás,

te dejan al borde del río

metidito en esa cesta y ahora tu vacío

gira y gira para siempre dentro de una rueca.

En el río, en el río.

La orilla es una jaula y muchos gallos se pelean

(se oyen cantos de sirena),

se dan muerte a garrotazos una estampa muy goyesca

(en la noche en la noche).

Gira el mundo, gira el hambre y un revolver en la mesa.

Se oyen gritos en el río: alguien no saldrá de esta.

En el río, en el río

suenan cantos de sirena.

En la noche, en la noche

todavía te despiertan.

Antes de ir se hacen y deshacen planes.

Culpas y cadenas forman un telar

que han tejido eternamente Ariadne y Atenea.


Vetusta Morla


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