Nos arrastró la vida
para habitar la noche.
Solos tú y yo en su orilla.
Solos con nuestras manos
constructoras de abrazos
para que el río nos lleve
hasta el mar de los sueños.
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Nuestro río tambien dejó en la orilla
el recado del tiempo eternizado.
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El tiempo se detuvo en la calleja
de las flores que capta tu detalle
como la sombra que teje la madeja
en la pared que es límite y es calle.
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Miguel Cobo Rosa
