miércoles, 28 de marzo de 2012
Romances del Río de Enero
Río de Enero, Río de Enero:
fuiste río y eres mar:
lo que recibes con ímpetu
lo devuelves devagar.
Madura en tu seno al día
con calmas de eternidad:
cada hora que descuelgas
se vuelve una hora y más.
Filtran las nubes tus montes,
esponjas de claridad,
y hasta el plumón enrareces
que arrastra la tempestad.
¿Qué enojo se te resiste
si a cada sabor de sal
tiene azúcares el aire
y la luz tiene piedad?
La tierra en el agua juega
y el campo con la ciudad,
y entra la noche en la tarde
abierta de par en par.
Junto al rumor de la casa
anda el canto del sabiá,
y la mujer y la fruta
dan su emanación igual.
El que una vez te conoce
tiene de ti soledad,
y el que en ti descansa tiene
olvido de lo demás.
Busque el desorden del alma
tu clara ley de cristal,
sopor llueva el cabeceo
de tu palmera real.
Que yo como los viajeros
llevo en el saco mi hogar,
y soy capitán de barco
sin carta de marear.
Y no quiero, Río de Enero,
más providencia en mi mal
que el rodar sobre tus playas
al tiempo de naufragar.
—La mano acudió a la frente
queriéndola sosegar—.
No era la mano, era el viento.
No era el viento, era tu paz.
Río del Olvido. Romances del Río de Enero (1932)
Alfonso Reyes
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
Un gran poeta que merece ser más conocido
Nosotros los rioplatenses algunas veces sentimos lo mismo al estar sentados a la sombra de un árbol contemplando la vastedad del Río/Mar de La Plata.
Publicar un comentario