“Ahora, casi todos a los que amé
en mi juventud están muertos, incluso Jesse. Pero sigo buscándoles. Ya soy
demasiado viejo para ser buen pescador y suelo meterme en el río solo, aunque
algunos amigos opinen que no debería hacerlo.
Cuando me encuentro sólo en el
crepúsculo de la montaña toda mi existencia parece fundirse con mi alma y mis
recuerdos, con los sonidos del río y con un ritmo de cuatro compases y la
esperanza de que surja un pez.
Finalmente todo se funde en una
sola cosa y un río la cruza. El río que fue excavado por el gran diluvio
universal y corre sobre las piedras desde el sótano de los tiempos.En algunas
de las piedras hay gotas de lluvia y témpanos, bajo las piedras están las
palabras y algunas de las palabras son las de ellos.
¡Estoy hechizado por las aguas!”
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6 comentarios:
Hay dos cosas que secuestran nuestran atención sin esfuerzo. Ambas son opuestas, contrarias, como lo son el amor y la indiferencia. En primer lugar, el fuego que se retuerce en la chimenea. En segundo lugar, el agua que transita hacia otras vidas. Todo tiene su cauce en nuestra atención, pero estos dos elementos nos desbordan. Por eso los recuerdos regresan húmedos a su paso.
Abrazos, amigo Miguel.
Palabras sabias, José Luis. La vida es un continuo duelo de contrarios. Si contenemos uno, desbordamos otro. Y a veces, sí, nos desbordan los dos y regresan a su cauce, más tarde, húmedos de melancolía.Pero tal vez lo peor sea que el agua apague el fuego (que no el incendio).
Abrazos, amigo.
Tal vez uno de los mayores logros del hombre haya sido justamente ese, convertir el agua y el fuego en vapor. No lo inventó, pero le dió un uso práctico. Logró que el vapor impulse máquinas, desinfecte utensillos médicos, limpie prendas, cobije hogares y con unos cuantos grados menos permita convidar cafés, tés y mates. Cada tanto se desmadra y contamina ríos y provoca incendios, pero nadie dijo que el hombre fuera perfecto, sólo perfectible. El Támesis es un ejemplo. El Riachuelo todavía no.
Ya en el aire el sedal del pescador prefigura el ser del agua, esa escurridiza matemática de la corriente. No es tanto porqué y hacia donde fluye el río sino lo que en el río confluye: eras, vidas o segundos. Un atisbo de plenitud basta como hechizo.
Además de tus versiones de "Summertime" estás haciendo toda una antología orográfica de indudable valor poético. Se ve que es lo tuyo.
Un abrazo, amigo.
AG
totalmente fascinada me he quedado con esta escena
los ríos me atraen irremediablemente
ellos me trajeron aquí
no me alejaré de la orilla, incluso meteré los pies en el agua fresca
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