miércoles, 20 de julio de 2011
Gioconda
Hace tiempo que el viento
no me ciega los ojos
con los granos de arena
de tu reloj distante. Ya sé
que hay otro río
besando tus orillas de silencio.
Sin embargo la luna
de esta noche de julio
acumuló su brisa
en las dunas del alma
que dibuja el verano
y encubrió tu sonrisa
de Gioconda sin código
ni Leonardo da Vinci.
Miguel Cobo
***
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9 comentarios:
Y mi poeta fluvial sigue enamoriscando palabras, dándoles riografías, convirtiéndolas en fluida corriente que corona el hallazgo prodigioso del poema como expresión de lo más vivo. El tiempo, el cabrón del tiempo, es el río. Las dunas del alma. Los pliegues del verbo.
Poesía contra la calina.
El sol que no entiende de cuerpos.
Qué difícil facilidad la de tus versos, qué plácidamente se suceden los símbolos tan cargados de sentido, el viento de la memoria levantando violento la arena de un tiempo cada vez más distante, unos ojos cada vez menos ciegos, el río siempre, descendiendo desde el manantial de tu inspiración y orillándose en el silencio; el despertar puntual y breve de la memoria convocada por la luna, memoria que ahora es brisa en los calores nocturnos, que eriza y aventa las crestas del tiempo reposado...
Ese reloj de arena, esas dunas de la noche, ese otro río... Miguel, has llegado a desplegar una imaginería poética eficacísima y llena de profundidad.
Me gustaría leer todo este material organizado en un poemario, editado o no, pero estructurado.
AG
Y mi amigo Emilio, siempre en la orilla, sus dedos como juncos tecleando en el agua, removiendo las horas del fondo, como
Virginia Wolf.
***
Bendita la hora, Juan, en que apareciste por aquí, con tu
caudal profundo de palabras hermosas, afluente de aguas claras, como cantos rodados del río Carrión.
A este poeta humilde, tan solo conocido por un grupo de amigos, tus comentarios lo hacen feliz.
Alberto, eres casi un "superviviente" de los que creyeron en mi poesía hace 40 años. Hoy ya es un río (que no una celayiana arma) cargado de pasado. Su vida está en el blog y su desembocadura, vuestra amistad (tan bien representada en estos comentarios).
Gracias, emocionadas, a los tres.
Siempre consigues transportarme, tienes esa cualidad de hacer que sueñe con corrientes, millones de sutiles pensamientos sobre lo que se nos escapa a los que no nacimos dotados de tu especial sensibilidad.
Una y mil veces, gracias por ello
Las corrientes de sensibilidad han de converger, amigo o amiga anónimo/a, entre autor y lector para que se produzca este "prodigio".
Un millón de gracias a ti.
El desierto me inspìra como a ti, Miguel, la memoria del aire y del mar. Dunas y olas comparten la virtud mágica de una metamorfosis infinita, uno de los sueños humanos más recurrentes. Ser siempre quienes no somos ahora, en este instante.
Cómo comprimir tantos sentimientos en unos pocos versos?.Este fluir natural de tus versos,siempre con múltiples ventanas,me fascina.Qué suerte poder leerte.Un abrazo.Marifé.
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