"Diógenes" pintado por Jean Leon Gerome en 1860
Me sorprendo a mí mismo
regresando al refugio
de la noche,
prófugo de la lluvia
de tus lágrimas.
Me pierdo entre palabras
que guardan los secretos
de los mejores versos
que me niego a escribir
o me niega tu ausencia.
Y en el desorden cálido
que me presta Diógenes
me quedo con su síndrome
y guardo en mi habitáculo
de poeta indigente
todo lo que me encuentro
en los contenedores
de la ciudad dormida:
Residuos de naufragios
en “Hablar por hablar”.
Fotografías veladas
y espejos de vampiros
rotos en mil pedazos.
Cáscaras de recuerdos,
(dulce olor a podrido),
cartones de miseria...
Y ahora que ya no fumo,
colillas con las huellas
del carmín de tus labios.
***
Miguel Cobo Rosa
7 comentarios:
Hoy he leído que la poesía es un deporte extremo. Una cosa de malabaristas, añado yo. El alma es la que se expone al derrumbe, a caer y hacerse mierda, con perdón. Sales airoso, amigo. Elevas campo, miras las nubes, te desplazas y nos ves abajo a todos.
El poeta como clochard o homeless o sin techo, deshabitado de sí mismo, acarreando residuos de recuerdos, prófugo de lágrimas pero acumulador de carmines y cristales rotos. En la alta noche, las voces de otros náufragos junto a la almohada, hablando por hablar, acompañan en soledad a quien se niega a escribir sus mejores versos.
Afortunadamente estás tú para escribir los tuyos.
Todo poeta tiene el síndrome de Diógenes, pero no todos saben recoger y atesorar esas cosas sin valor para los demás que son diamantes en bruto para el corazón propio.
Amalgamar colillas con huellas de carmín, residuos de naufragios y cáscaras de recuerdos en la noche, ha producido una única y brillante aleación que he disfrutado y de la que te felicito.
Tus versos diogenianos reciclan el corazón.
Un beso, Miguel.
Marisa atinó. El poeta es ese loco Diógenes, enfrascado en la hazaña épica e imposible de atrapar en palabras menores, emociones con mayúsculas. Al final queda lo que Juan de la Cruz, el poeta-hombre, no el santo, sintió en propias carnes: el silencio que habla, sin apenas oirlo...
Miguel, este poema es repescado o de tu libro: yo lo conocía ya... o es que soy Diógenes guardando las intuiciones de tus magníficos versos.
Abrazo costero,
AG
Síndrome de Diógenes, acumular demasiados sentimientos inútiles. Habrá que hacer limpieza general prontito.
Estoy totalmente perdida del mundo de los blogs, lo siento :P Las prácticas en el periódico se comen todo mi tiempo!
Qué preciosidad.
Qué preciosismo.
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