lunes, 11 de julio de 2011
Estación Vivaldi
Todavía conservo el billete del tren
en que viajamos juntos de regreso al origen del destino
sus vagones de noche y amor
las risas de los jóvenes
alegres
y embriagados
tus poemas de Eliot en la niebla
niquelando en la luna
la luz del meridiano
sin anillos aún
sin libro de familia
en tu seno de venus primitiva
sin equipaje cómplice de sedas interiores
de adolescencia y celo
descubriendo las canciones de Bob Dylan
en la armónica de aquel joven que llegaba del Norte
con sueños de fronteras y naranjas
en sus ojos de fuego y libertad
aún percibo el temblor del roce de tus pétalos
el perfume
del aire de tu pelo
que inundaba el vagón
tus crines sin la brida
del recato y la enmienda
el genio y la figura
a juego con el zumo de tu fruta madura
tu suéter de limones incipientes
desvelando el secreto de su néctar
todavía
princesa
conservo aquel billete
de aquel expreso insomne
que nos llevó a las cuatro estaciones de Vivaldi
Miguel Cobo Rosa
***
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5 comentarios:
Las estaciones, amigo poeta, son lugares mágicos, pese a que hayamos traicionado su encanto, casándonos con la comodidad burguesa del utilitario. Mis recuerdos de estaciones y trenes son todas de infancia. Hoy al entrar en una estación casi que creo entrar en un museo.
Buena noche, amigo.
Las primaveras de juventud florecen en esos vagones estivales de noche y amor, mientras el otoño del tiempo se desliza por esos raíles en busca de un invierno que le narre los cuentos de fuego y libertad, de adolescencias ligeras de equipaje.
Ha sido un placer tomar este billete de versos de ida y vuelta en tu estación Vivaldi. Siempre consigues convertir en diosa a la memoria.
Besos en plena estación.
Regresar al origen del destino… y burlarlo. Eso quisiéramos a veces, cuando tras la ventanilla van quedando atrás las últimas casas del verano y sabemos que la siguiente estación será un otoño cada vez más incierto, cuando el aire huele cada vez menos a pétalos y más a hojas secas. Ya hubieran querido los muchos trenes que he tomado en mi vida tener la cadencia de tus versos. No guardo yo esos otros billetes míos: sería conservar el traqueteante dolor de la separación. Un abrazo molto allegro.
Delciosa ambigüedad, Miguel. estaciones de Vivaldi, pero también de tren,; néctar de fruta polivalente, gusto por el erótico recato... Todo un universo erótico lleno de sutileza, de evocaciones, de miguelidades.
Un abrazo.
AG
Ramón, Marisa, Juan , Alberto, gracias por subir a este tren en la estación Vivaldi, ligeros de equipaje, pero con el alma viajera de las cuatro estaciones. Continúo el trayecto con vosotros, amigos generosos: ¡Qué grata compañía!
Abrazos.
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