Imagen : Hilas y las ninfas. John Willian Waterhouse
En la ribera del río las arenas oscurecen, pidiendo
el barro del otoño; y detrás de las ramas, las
ninfas duermen, ebrias de sueño. No quieren
ser despertadas; desnudas, se apoyan las unas
a las otras, como si durmiendo perdieran
el deseo que las hace relinchar, como potras,
hundiendo los pies en los ojos que las descubren.
Pero el río no corre; y en el agua firme, una
transparencia de frío deja ver el cuerpo de
náyade de una inquieta Ofelia. En su rostro
donde la vida se muere, sólo los labios son bermejo
sangre, y todavía las empujo por tierra, con redes
de pescador, para tenderlas sobre las piedras
que rasgan su piel, en un último estertor.
El sol despierta a las ninfas; y todas acuden
alrededor de la fallecida, gritándole que se levante;
en sus ojos amoratados, en cambio, sólo se cierra
una puerta. ¿Quién se quedó detrás de ella?,
pregunta sin respuesta. Pero vuelvo
a casa, abro la ventana; y es Ofelia que me
acoge, despierta, renacida y pura camelia.
***
Nuno Júdice
2 comentarios:
hay magia en tu escrito
la intensidad de los textos denotan pasión por el arte
Me he deleitado con las palabras
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