Imagen: Kely Méndez Riestra
El río de la sangre desorientada
El río de las tinieblas enhebradas
El río de los deltas bifurcados
El río de las almas vacías
El río de los reflejos diluidos
El río de las arenas de los relojes
El río del tiempo desbordado
El río de la inmortalidad renegada
El río de los círculos Coriolis
El río que retornó del océano
El río de las marismas de las dudas
El río de las flores de Ofelia
El río de la quietud del hielo
El río de mi propia inexistencia
El río de los futuros sin pasado
El río de la conciencia encrucijada
El río de los silencios de otros ríos
El río que nació sin orillas
El río de los blues desesperados
El río de la libertad desangrada
El río de los peces irisados
El río de los que no se concibieron
El río de los deseos sumergidos
El río de los secretos revelados
El río de los mundos sin palabras
El río de las islas transfiguradas
El río de los perfumes abisales
El río de los presagios infinitos
Miguel Cobo
Miguel Cobo
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9 comentarios:
El río que nació sin orillas me produce una pena enorme. Debe estar muy solo. Abrazos
El río de los desconciertos, el de la indiferencia asesina, el del recuerdo, siempre lleno de meandros sinuosos, el de los olvidos...
El río fluido del afecto y la amistad...
El río Miguel Cobo, de generosa desembocadura.
AG
José Luis, el río sin orillas el más deshabitado. Son ríos del imaginario freudiano. Unos tristes, otros desahuciados. Todos oníricos.
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Alberto, un sinfín de ríos en esta sinfonía hemorrágica inacabada. Pero que no falte nunca el afluente generoso de tu amistad.
Abrazos, amigos.
El río de las flores de Ofelia...por tener connotaciones de locura y amor, en una palabra, VIDA...que va a desembocar en el río de las arenas de los relojes...
Me han encantado, Miguel, "Los ríos deshabitados"
Un beso.
El río de las palabras regadío: río que no acaba en el mar sino en sus ramificaciones, de las que nacen, tal vez, otros ríos.
Un abrazo.
Una pluralidad fluvial: todos los ríos de la imaginación y la poesía, y en cada uno de espléndidos tus ríos una necesidad de hundirme hasta la cintura y bautizarme de nuevo en la fe en el talento y la sensibilidad, absorto en ese río Lázaro que retornó del océano, en ese río suicida que floreció en el cuerpo de Ofelia. Junto a una ventana, y con tus palabras impresas, he ido leyendo uno a uno, y vuelto a leer, y otra vez más. Un abrazo.
Marián, los ríos de la vida y sus afluentes, así es. Solo nos queda soñar que desembocan en el tiempo, para , así, devenirlos infinitos.
Gracias por tu mágica afluencia.
Un beso, amiga
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Xuan, tal vez algún día habré de liberarme de esta telúrica adicción hidrográfica. Aun así, como intuyes, las propias palabras serán, entonces, los ríos. Hablen o no de ellos.
Un abrazo.
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Juan, el cerebro mismo semeja una tupida red hidrográfica: las circunvalaciones y sus afluentes neuronales. Iré al doctor para que me haga un electroencefalohidrograma.
¿Desde tu ventana ves el mar?.
Un abrazo en la fe la palabra fluvial revelada.
Gran generosidad la de ese "río de los reflejos diluidos" conocedor, sin duda, de Narciso...
Tu corriente riográfica me lleva y me trae a su antojo. Y yo, encantada de seguir el curso.
Un beso, querido Miguel.
Veo el mar, Miguel: tengo ese privilegio.
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