lunes, 21 de mayo de 2012

Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz...




       Foto: Río Órbigo (Blog: Reino de León)

Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.
No pasará otra onda rumorosa del río,
no quedará este chopo envuelto en fuego verde,
no cantará otra vez el pájaro en su rama,
sin que deje en el aire todo el amor que siento.
Aquí, en estas riberas que llevan hasta el llano
la nieve de las cumbres, planto sueños hermosos.
Aquí también las piedras relucen: piedras mínimas,
miniadas piedras verdes que corroe el arroyo.
Hojas o llamas, fuegos diminutos, resol,
crisol del soto oscuro cuando amanece lento.
Qué fresca placidez, que lenta luz suave
pasa entonces al ojo, que dulzura decanta
el oro de la tarde en el cuerpo cansado.
Hojas o llamas verdes por donde va la brisa,
diminuto carmín, flor roja por el césped.
Y, entre tanta hermosura, rebosa el río, corre,
relumbra entre los troncos, abre su cuerpo al sol,
sus brazos cristalinos, sus gargantas sonoras.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, miro arder todas las tardes
las copas de los álamos, el perfil de los montes,
cada piedra minúscula, enjoyada del río,
del dios río que llena de frutos nuestros pechos.
Aquí, en estas riberas, donde atisbé la luz
por vez primera, dejo también el corazón.



Antonio Colinas

               ****

6 comentarios:

Juan Herrezuelo dijo...

La buena poesía -y León ha dado tantos buenos poetas- no cuenta, sino que hace sentir, no intriga sino que excita la vivencia, no describe el río, te sumerge en él, te conduce a sus orillas llenas de vida, y sus versos recorren todos tus sentidos: la onda rumorosa, la lenta luz suave, la dulzura decantada, el verde fuego de los álamos y los chopos...
Colinas dejó el corazón allí y se trajo el poema, el bellísimo poema. Gracias a ti por desviar su cauce hasta nosotros.

José Luis Martínez Clares dijo...

Un poema magnífico.
O yo conozco ese río del que habla el poeta, o todos los ríos son el mismo con otros nombres.
El río como una corriente, un pensamiento, una forma de vida. La gente que se acerca a un río, que vive cerca de un río, que moja en él sus pensamientos, siempre está más cerca de otros lugares que del suyo propio. Vivir en un río es habitar una posibilidad, permanecer en el umbral de una puerta que sientes permanentemente abierta. Quizás saber que el mañana está a sólo unas brazadas de aquí.
Dan ganas de mojarse, ¿no crees?
Abrazos, amigo Miguel.

Miguel Cobo dijo...

La buena poesía, Juan, José Luis, desborda las orillas y se derrama en humedales y charcas a lo largo del curso de este río, con vuestros comentarios lúcidos, hermosos, imprescindibles: Olmos heridos, flexibles juncos, chopos enhiestos, álamos frondosos...Así vuestras palabras, la flora de esta Riografía que nos lleva.

Enorme agradecimiento y sendos abrazos.

Alberto Granados dijo...

Hoy surcas uno de esos tus otros ríos de gran calado. Cuánta profundidad lleva esta vez la corriente.
Se ven el sello del maestro y la sabiduría del antólogo.
No tardes tanto en poner tus propios poemas. Nos estás acostumbrando a considerarte desaparecido, un poco como estamos todos tras tanto tiempo de blogueros.

AG

Miguel Cobo dijo...

Alberto, hay que replantearse si publicar poemas propios en el blog. Hay quien los considera editados y, por tanto, pierden su condición de "inéditos", requerida en otros ámbitos para su publicación. O sea, una pesadilla que se muerde la cola, un círculo viscoso. Es lo que nos pasa a los poetas de 2ª B, que nunca salimos del pozo; y a mi edad, un caso perdido.

Un abrazo.

Alberto Granados dijo...

Miguel, el mundo es de los inéditos. No sé muy bien qué parte del mundo, pero es nuestro.
Inasequible al desaliento, yo ya ni escribo.

Un abrazo,

AG