miércoles, 23 de marzo de 2011
Cambio de hora
Cuando cambia la hora entre estaciones
se detienen los trenes que se cruzan
ajenos al reloj manipulado.
Es un cambio de agujas convergente
de esferas y raíles, de horas a deshoras,
de andenes despoblados de equipajes,
cuando el sueño viaja hacia su abismo
sin conciencia de haber perdido el tiempo.
¿Se para el corazón en el trayecto?
***
Miguel Cobo Rosa
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
15 comentarios:
Dios, si lo supiera....
Una buen pregunta, un buen poema, un buen poeta, un buen amigo....
Un abrazo.
AG
Rodolfo, algún día lo sabremos. "El tren expreso con destino incierto va a efectuar su salida" (Megafonía).
***
Alberto, te has dejado lo mejor para el final.
Sendos abrazos.
Esas agujas que convergen deberían ir cosiendo la herida. Pero no hay nada que la cierre, ni siquiera un tren de cremallera.
(Qué bien traido el fotograma, y cuántas vías abren de nuevo tus versos)
Agujas de relojes y de trenes, Xuan. Vudú con Vivaldi de fondo.
(El fotograma saltó como un resorte googleiano y no dudé un instante. Me complace que mis versos abran nuevas vías; y no siempre de agua)
Saludos
Durante una décima de segundo deben quedarse mirando todos los corazones de un tiempo, que pasa de golpe a una hora nueva. Es en ese breve instante cuando se reconocen y deciden hacer el viaje juntos, o separarse entre andenes.
Precioso, Miguel, cuanto más te leo más serenidad siento:)
Instante decisivo, Kape: O subir juntos al tren o quedarse en el andén. O cada uno una cosa. Seguro que, en ese trance, en el de la decisión, el corazón queda suspendido en el tiempo -esa convención- , al menos un instante.
Gracias, amiga.
Late y se desboca el corazón cuando tiene el coraje de tomar las riendas de sus sueños.Qué bello Miguel.Besos,Marifé
Se para el corazón en el trayecto. Seguramente, sí. Me ha gustado mucho Miguel. Fortísimo el abrazo riográfico!
Nos haremos un electrocardiograma, Joaquín. El corazón del viajero late de una forma especial: Sístole-diástole-parada...sístole-diástole-parada...
Un abrazo, maestro.
Miguel, sí, se para.
Al menos en mi caso: el el último cambio se paró el mío. Quizá en este, recobre el ritmo.
Me han estrujado mucho estos versos.
Buen fin de semana.
Gracias Miguel,
Me has hecho recordar que esta noche he de cambiar la hora de mis relojes y que debo acordarme de darle vidilla a 'la mecánica de mi corazón' para que siga latiendo con ímpetu.
Un abrazo,
Iria.
El cambio de hora roba a la primavera la hora que le concedió al otoño. Hipotecas del tiempo, trayectos del corazón, como lo son tus versos.
Un beso, Miguel.
Alejandra, mientras manipulamos las agujas del reloj, el tiempo permanece unos instantes en suspenso y el corazón, que late a ritmo de tic tac, también. Pero el viaje continúa y el marcapasos del tren nos estimula.
¡Ánimo!
***
Iria, el corazón es nuestro reloj más sensible. Hay que cuidar sus mecanismos y el ritmo de sus latidos, para que su "tempo" vital nos sea propicio. En el tren y en la estación.
Un abrazo
***
Marisa, ¡ay, las hipotecas del tiempo! Son las más crueles. Cuantos más años transcurren, mayor es la cuota y el interés más alto. Mientra haya versos para amortizarlas...
Un beso "ferrovital"
Marifé, me bajo del tren para volver a recogerte: te había dejado en el andén como a Penélope (la de Serrat). Viajera fiel e imprescindible en este trayecto de mi riografía. ¡Coge tu maleta y sube!
Besos, amiga.
Publicar un comentario