miércoles, 7 de octubre de 2009

Andén de la memoria


Entre todos los trenes que algún día perdí
sólo uno me quema la razón. Esa duda
atormenta mi insomnio, me parte
el alma en dos. Atraviesa
las cuatro estaciones con sus viajeros grises
y proyecta su luz en la niebla
del destino imposible. Nadie
me espera ya. No hay un banco
en el andén de la memoria. A veces
sin embargo sí escucho algún silbido
entre la lluvia, allá donde perdí por vez primera
la esperanza de verte en la angostura.

Veo que alguien se desliza silencioso
por la escala del tiempo y borra mis recuerdos.
Deja un rastro de música lejana
con un aire de blues o summertime.

Esa trompeta líquida y amarga
me acerca a una ciudad que desconozco.
Una ciudad de sombras y miradas ocultas.
El café me desvela mientras se aleja el tren.
El asma se hace dulce en la voz de Ray Charles.

3 comentarios:

Capitán Clostridium dijo...

El asma se hace dulce en la voz... ¿Nunca le dije que ud. era muy imaginativo con las comparaciones que describen, perfectamente, todo lo de que desea contar? Pues, si no lo dije, ya lo he dicho.

Anónimo dijo...

Conecto inmediatamente con este tipo de cosas. Me parece genial. ¿Conservas un soneto de aquellos tiempos que hablaba de la trompeta de Louis Armstrong?

Rigoletto

Miguel Cobo dijo...

Gracias a mis fieles seguidores (como decía, creo, Fito Páez, dos son multitud). Si el blog fuera un programa de la tele, ya se habría caído con este share tan espectacular. Pero, en fin, es una buena medicina para el ego.
Rigo, la música negra y la metáfora ferroviaria son una constante casi obsesiva en mi poesía. No conservo aquel soneto, pero Louis Amstrong (o Miles Davis), siempre anda por ahí, marcándose un solo.