Han transcurrido casi ocho meses desde que el 8 de febrero
pasado nos visitara, en esta sede del Ateneo cordobés, nuestro amigo el
escritor, poeta, profesor y cantautor granadino Antonio Fernández Ferrer, para
presentarnos entonces, de la mano de nuestro Presidente Antonio Varo, su excelente poemario “Memoria del Tiempo”. Y
es esa memoria, con el eco de sus versos y su voz aún resonando en estas
paredes, la que nos permite hoy recordar
aquellas horas gratas e intensas en
torno a su obra y a la persona cercana y entrañable que es Antonio.
Fecha que, además, dató el hermanamiento en la pasión por la cultura en todas
sus facetas de los Ateneos de Córdoba y de Motril, en el más puro espíritu
ateneísta. Pues bien, “ha llegado el momento de reencontrarnos” como decía el
último verso de su poema “Reencuentros”. Un verso premonitorio que es hoy una feliz realidad y sale al encuentro de
una sempiterna utopía: la que supone siempre un nuevo libro. Porque si de
utopías hablamos, qué mejor manera de hacerlo sino embarcándonos en esta nueva
nave-libro, cuyo timonel-escritor nos
acerca “Desde el puerto de la utopía” hasta nuestra orilla, como quien
va de su corazón a sus asuntos. Tal vez
pensara su autor, al decidirse por este sugerente título, en Utopo, uno
de sus primeros gobernantes que dio
nombre a aquella isla imaginaria; o en el propio Tomás Moro, el creador utopista
por antonomasia. Antonio Fernández Ferrer abordó así este periplo literario,
cuya singladura se inicia en otra isla
virtual, cartografiada en el proceloso
océano de la blogosfera: Su blog “Entre los sauces”. Un blog magnífico, aún
joven –nació en mayo de 2013-, pero sembrado de artículos y posts, con una
variadísima temática, que acumulaba al cabo de un año de su creación 175
entradas y que, a día de hoy, si no nos lo desmiente su autor, andará rondando las doscientas. Toda una aventura
creativa que en un determinado momento Antonio pensó en plasmar en páginas tangibles de papel y convertirlas felizmente en el libro que nos
ocupa, primorosamente editado por la
excelente Editorial Nazarí. Se trata de
una selección antológica de 50 de dichas entradas, elegidas a conciencia y muy cuidadosamente
por su creador.
Tenemos en las manos, como podréis
comprobar, un libro muy original y diferente; de contenido variadísimo y muy
estimulante para el lector. Una miscelánea intergéneros a través de cuyas
páginas se nos ofrecen los contenidos más heterogéneos, ordenados
cronológicamente según la fecha de aparición en el blog, desde el 17 de mayo de
2013 al 21 de julio de 2014. Podemos optar , si nos apetece, por leerlo
aleatoriamente, abriéndolo por cualquier artículo, sin que ello altere su
unidad ni su sentido; antes al contrario, abre sus múltiples ventanas a nuestra
curiosidad lectora, permitiéndonos una puntual elección o cualquier
oportuna relectura, con esa inmediatez
que nos ofrecen los libros transversales y amenos, siempre accesibles en todo momento y lugar. Parafraseando aquel
título de Jardiel Poncela, “para leer mientras sube el ascensor”, si se nos
permite una imagen tan gráfica; aunque,
claro, algo exagerada, como es de esperar cuando el humor anda por medio.
En cuanto a su temática, nada humano
le es ajeno a nuestro autor que, con su ágil pluma y su personalísimo estilo,
nada ampuloso, claro y directo y, cuando el tema lo requiere, muy periodístico
y didáctico, se mueve con soltura entre géneros, desde el artículo de rabiosa
actualidad, hasta el poema más intimista, pasando por la crónica de
acontecimientos del pasado relacionados con las ricas experiencias y vivencias
del autor en todos los aspectos de su polifacética trayectoria, incluidos,
obviamente, los autobiográficos; siempre, eso sí, con rigor y sin concesiones a
una nostalgia mórbida e improductiva que nos conduciría indefectiblemente a la
melancolía. Escribe Fernando González Lucini de Antonio al respecto:
“A Antonio (…) la vida, y todo cuando acontece a su alrededor
–si es bello, y especialmente si es injusto y doloroso– no le deja indiferente,
le remueve toda sus sensibilidad y sus sentimientos, y le provoca el
levantamiento de una aireada expresión descriptiva, rebelde y crítica –sea cantada,
escrita o vociferada– siempre con vocación liberadora”.
Porque Antonio más que utópico, se nos muestra
utopiano; es decir, no es él un soñador de mundos imposibles, sino un habitante
lúcido de un mundo que no es el mejor, pero sabedor de que con el compromiso, con la solidaridad,
con la ilusión, con el esfuerzo colectivo, con la creatividad, con la
inteligencia, con el inconformismo, con la rebeldía, con la amistad, ¡con las
canciones!, se puede mejorar. Su crítica es acerada y mordaz contra los
políticos, gobernantes y otros personajillos incompetentes, cavernícolas o
corruptos; valiente en la denuncia, poniendo el dedo en la llaga de los
problemas que a todos nos preocupan y afectan, tanto en el ámbito nacional como
en la esfera internacional, desde una perspectiva humanista y progresista y de un espíritu libre, rebelándose contra las injusticias y los
abusos, sin desdeñar recursos tan eficaces para combatirlos como la ironía y un
finísimo sentido del humor.
Sus conocimientos musicales quedan también reflejados en el libro, con una extensa y bien documentada banda sonora (que, en muchas ocasiones, coincidirá con la del lector), que abarca desde sus comienzos como cantautor y su decisiva participación, como uno de sus creadores, en el proyecto “Poesía 70 : Manifiesto canción del sur”, hasta el más reciente –ambicioso y espléndido- del antes citado Fernando González Lucini (al que Antonio llama el Empecinado), “Centro de Documentación y Difusión de la Canción de Autor”. Sin olvidar las semblanzas de los grandes músicos anglosajones de las décadas de los 60 y los 70, demostrándonos su gran erudición y conocimiento del tema. Ringo Starr, Jim Croce, Bob Dylan, Pete Seeger, Lou Reed…resuenan en nuestros oídos entre las páginas de esta evocadora utopía. Destacaré la excelente traducción que Antonio nos ofrece de “El tiempo en una botella” obra maestra del malogrado Jim Croce, una de las más bellas canciones que haya escuchado jamás y que he descubierto tardíamente, gracias a este libro.
Sus conocimientos musicales quedan también reflejados en el libro, con una extensa y bien documentada banda sonora (que, en muchas ocasiones, coincidirá con la del lector), que abarca desde sus comienzos como cantautor y su decisiva participación, como uno de sus creadores, en el proyecto “Poesía 70 : Manifiesto canción del sur”, hasta el más reciente –ambicioso y espléndido- del antes citado Fernando González Lucini (al que Antonio llama el Empecinado), “Centro de Documentación y Difusión de la Canción de Autor”. Sin olvidar las semblanzas de los grandes músicos anglosajones de las décadas de los 60 y los 70, demostrándonos su gran erudición y conocimiento del tema. Ringo Starr, Jim Croce, Bob Dylan, Pete Seeger, Lou Reed…resuenan en nuestros oídos entre las páginas de esta evocadora utopía. Destacaré la excelente traducción que Antonio nos ofrece de “El tiempo en una botella” obra maestra del malogrado Jim Croce, una de las más bellas canciones que haya escuchado jamás y que he descubierto tardíamente, gracias a este libro.
Resaltaría así mismo el profundo
sentido de la amistad que late en estas páginas, reflejado en varios
emocionantísimos artículos, ya de celebración y remembranza, ya de tono inevitablemente
elegíaco. Un hermoso tributo, reitero, a la amistad, de honda dimensión humana.
Para terminar, vamos a encontrar en
estas páginas, como remansos de paz y reflexión, bellísimos poemas y
micropoemas que nos permitirán escapar, aun cuando sea fugazmente, de esta
vorágine de acontecimientos que sacuden nuestro país y el mundo en que vivimos
y que nos sumen en el desconcierto y en la perplejidad, pues como dice Antonio:
Por fin he roto con mi pasado
y
al presente que me contempla
no acabo de verle el futuro.
Seguro que partiendo “Desde el puerto
de la utopía” atisbaremos un rayo de esperanza en nuestro regreso a Ítaca.
Podemos.
Miguel Cobo Rosa
Córdoba, 17 de octubre de
2014
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